SE ME HA PERDIDO UN HOMBRE…
Se me ha perdido un
hombre.
Y lo busco por cifras
y guitarras,
por hierbas y
entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.
Se me ha perdido un
hombre.
Y me quedo temblando
como quien no come
sino polvo,
como quien ya extravió
la sombra.
Pero no,
que no,
que no me ayudan a
buscarlo.
¿A quién le importa
si su mirada ha derrotado el
tiempo?
¿A quién le importa
aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan
unos labios transparentes
que no tuvieron
hambre,
unas piernas que sólo
corrían al amor?
Se me ha perdido un
hombre.
Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican
se desenvainan por
las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se
hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y
del mal,
como si la muerte no
hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.
Y yo pensando que era
demasiado joven,
que reunía láminas y
piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en su
grandeza
de criatura,
en cómo miraba a
Venus al atardecer,
en cómo cayó en la
trampa.
Yo pensando
en dónde está la mitad
del cuerpo mío,
en quién va a cantar
ahora para quitarme el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos
besamos,
en sus ojos coléricos
frente a la injusticia,
en ese silencio con
que me responde,
en la herida que
nunca le cosí,
en sus manos.
Se me ha perdido un
hombre.
¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto…
Siento frío.
Aquí no hay lámparas
ni claves,
no tengo redes
ni computadoras,
no tengo flechas ni
radares.
¿Dónde estás?
¿Intenta ser mi
sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto
invisible entre gusanos?
¿Dónde estás?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?
Carilda Oliver Labra
6 de julio de 1922
Matanzas – Cuba
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia