lunes, 16 de septiembre de 2019

HAN PASADO LOS AÑOS


HAN PASADO LOS AÑOS

Han pasado los años,
el tiempo perdido no vuelve,
en una flor no caben los besos olvidados
ni los abrazos desperdiciados,
en un ramo no tiene sentido la demora de una vida,
tu mirada está hendida,
y la mía ha perdido la frescura.

Han pasado los años,
el tiempo no parecía rozar la piel,
los días tenían el mismo color
y las noches la misma oscuridad,
el fondo de tu mirada denota la lejanía
de aquél intrépido diligente,
ante los pies se produce el abismo
bifurcando al extremo de los vértices.

Han pasado los años, amigo,
la distancia del tiempo ha abismado
en la sutileza del recuerdo
borrando la frescura de la tarde en la alameda
construyendo líneas difusas
en la dirección divergente.
Tus dedos desgastados delatan los roles malheridos
y la sien perdida en el entorno
flaqueado por la injusticia. 
El vástago del tiempo
denota el camino de tu huella
alejada de mi sombra,
la tersura de esa flor no puede devolver
la pureza de los días en la premura del doncel.

Ha pasado el tiempo, mi piel,
ya no conoce la emoción de tardes a la deriva
esperando el regreso.
Audacia controvertida,
estrella fugaz en el lecho,
pinceles bailando en el contorno desnudo,
el mundo solapado en la flor hechizada entre acordes
queriendo resurgir
por el verso de la distancia.
Trazos demarcados por el humo del cigarrillo,
disipando la luna,
el parpadeo insondable
ante la sorpresa de la madurez
apurando un sorbo a la desfachatez de la huida.

Las palabras diferían del latido
resquebrajando el borde de esa flor
que trae la página de un calendario sin hojas.

Mas, todo pasó.

Gloria Gómez

domingo, 15 de septiembre de 2019

ESTA ES MI CASA



ÉSTA ES MI CASA
                           
No cabe duda. Ésta es mi casa
aquí sucedo, aquí
me engaño inmensamente.
Ésta es mi casa detenida en el tiempo
                                          
Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huéspedes  
que ríen y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huéspedes que se aburren
y tienen pesadillas y ataques de nervios.

No cabe duda. Ésta es mi casa.
Todos los perros y campanarios
pasan frente a ella.
Pero a mi  casa la azotan los rayos y un día se va a partir en dos.

Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo.

Mario Benedetti






jueves, 12 de septiembre de 2019

CREÍAS QUE ERAS INMORTAL



Creías que eras inmortal,
que el camino bajo tus pies,
era interminable,
creías que tu salud sería infinita
y nunca tendrías que ceder 
a ninguna sosería de caricia.
Tampoco eran necesarias las palabras,
todo el mundo debía saber lo que pensabas,
lo que querías y por tanto debías tenerlo.

Creías que nunca serías huérfano,
que siempre tendrías la mano paterna en tu espalda,
evitando la curva de la vida y el dolor del desencanto.
Pensabas que nunca faltaría una madre
que estuviera a tu lado cada vez
que decides llenar de vahídos los sueños sin realizar.

Olvidaste entregar una flor el día señalado en el calendario,
apuntando en la página de las naderías una más. 
No diste la importancia de un plato caliente
y el pan recién hecho,
las sábanas limpias
y el brillo del espejo cada mañana.

Los años pasan,
y dejan la huella
que nunca hubieras imaginado te tocaría,
tú, el siempre erguido,
oteando la vida desde tu atalaya.
Han pasado los años
y una pequeña mota de polvo en el alma
no te deja ronronear en la noche,
clamas atención en cada movimiento espasmódico,
imploras en silencio las palabras
que la frialdad no dejó pronunciar,
ni siquiera las mías.

Los años pasan, amigo,
y el invierno llega a tu puerta,
y te sorprende desabrigado,
¡qué lástima!
Aquellos corazones que latían en tu entorno
ya no están,
algunos abandonaron el lugar.
Y tú te ves con la misma alforja
que regalabas a la pequeñez
rondando tus noches.
Los años pasan también para ti,
no lo sabías, te creías inmortal.

La adversidad también llega a tu puerta
vestida con sus mejores galas,
la desfachatez se despacha en tu mesa
dentro del bocado más anhelante.
Los años pasan, la vida pasa, los años…

Los años aparecen en cada arruga de tu sien
recordando que no volverán,
cada pelo cano
por cada renuncia del ajeno a tus misivas.

La vida pasa por delante de tu zaguán,
también te deja el recado de tu vejez,
no estabas dispensado,
el espejo te lo demuestra,
recuerdas, aquella soberbia en la solapa?
Como la bandera de tu fortuna!
Qué lastima!
Tu corazón también bombea sangre,
qué lástima!
Tanto tiempo perdido en la deriva del opresor,
qué lástima!
Ahora te das cuenta que nada volverá.
Nada vuelve!

Gloria Gómez Candanedo