DISFRAZ
Febrero mocho,
como le llaman en algunos lares,
por sólo tener, veintiocho.
Por capricho de los
acaeceres y los dioses,
la conjugación de los
tiempos,
quiso que fuera mágico,
en ofrenda a los deseos
del dios Baco,
festejando colosales
bacanales
en homenaje a las
fructíferas cosechas.
Alocado como ninguno,
siendo por antojo de los
días,
tan gélido, que no se
pueda apartar,
del fuego de la chimenea,
o tan cálido, que haya de
buscar
la sombra del almendro
asalmonado por la flor.
Mas lo fascinante, lo
divino,
baja hacia tus venas en
desfile,
que el niño se quiera
convertir en héroe,
eligiendo el disfraz
adecuado,
y la niña quiera ser
soberana
bajo la viscosidad del
traje enmascarado.
A son de chirigotas y
cuchufletas,
a ritmo de comparsas y
séquitos,
alardeos, contoneos,
balanceos y pavoneos,
ricos y pobres se
entremezclan,
se entrelazan, se
sumergen,
en dispares atavíos y
bullicios,
en confabulación de las
deidades
al paso por las traveseras
que forman el paisaje de
mi aldea.
Gloria Gómez
De “Nombre de mujer”
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