FOTOGRAFÍA
Y encontré una fotografía
amarilleada por el tiempo
la tez morena se iba
ajando tras la estela fugaz del recuerdo,
la hondura de los ojos
tenía la expresión volcánica
de la tarde sideral
y la huella de una lágrima
vertida
significaba el fuego
apagado en la sombra.
Y me miraba la fotografía
interrogando,
cuán lejos estaba entonces
y me transmitía las
palabras ahogadas en la garganta
durante las noches,
durante semanas, meses y
años acodados
en la sombra de la
distancia
y me revelaba unos dedos
acariciando el destino
llevado al destierro.
Y pensaba: ¡cuánta veces
esa fotografía
escucharía tus plegarias!
Y cómo tus sollozos iban
apagando
el brillo del nácar bajo
la luna
y sopesaba las tardes tras
la cortina del ventanal
aullando cielos.
Y me pregunté: por qué un
simple retrato
podía saber más de mi
sangre, que mis propias venas,
si pronunciabas un nombre
en penumbras agotadas
en las horas vespertinas y
si alguna vez
implorabas la cercanía de
una piel acariciando tu mirada.
Me seguía mirando esa
profundidad reflejada
en los ojos de la fotografía
y a veces parecía sonreír
a la yema de mis dedos,
como queriendo expresar
tantos anhelos
abocados al recuerdo,
dentro de una maleta
preparada
para el viaje que nunca
comenzó.
Gloria Gómez Candanedo
De "Nombre de mujer"
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