IRÉ DISFRAZADA Y CON
MI PERFUME
En la tarde grisácea del
devenir otoñal,
un delicado arpegio de
vals, con olor a jazmín,
cruzaba la penumbra a
través del umbral,
danzando a suave ritmo,
hasta anclar en mí,
invitándome sigilosamente
a entrar en escena.
Saltaré a la nacarada
pista de baile,
envuelta en el aderezado
artificio
que tú elaboraste para el
cuidado de mi talle,
guardando la chispa de mi
mirada,
rodeada de sombras y
fugaces eclipses.
Iré disfrazada por la
serpia ruta celeste
de tus afiladas espinas,
cargadas de implacable y
letal pócima,
seduciendo de las plantas,
todos los pistilos,
hasta dejar tus sinsabores
en ella imbuidos.
Me cubriré con el vestido
del sigilo y el misterio,
como exige la milenaria
tradición,
bajo tan aparatoso y
pesado traje,
permanecerá el perfume de
mi esencia,
que ningún tropel de
algarabía puede difuminar.
Gloria Gómez
De “Nombre de mujer”
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