domingo, 14 de julio de 2019

RENUNCIO A ESA NADA


RENUNCIO A ESA NADA


Esa nada que transforma el alma
hasta dejarla apocada al vacío.
Esa nada que emana de una palabra no dicha
y cuando es dicha carece de significado.
La nada que apabulla la noche hasta sumir
en el abismo transverso de la piel.
Que acompaña de fulgor fútil el paso de los días,
llegando la anochecida antes de ponerse el sol.
No quiero para mi ese verso,
no acepto su dolor en mi costado,
renuncio a esa nada.

Y renuncio al gris tachando las cifras del calendario
en cada beso apartado,
y sopeso la distancia de la frialdad en la alcoba
cuando la noche abruma.

No quiero pertenecer a ese mundo de codicia
albergada en la miseria de un decanto
desperdiciado en el pasaje de asueto remedado.
Desisto de esa locura a cruzar océanos
tras los vertidos sonoros en el susurro
de la vacua promesa.

Deshecho el vacío que promueve la desleal osadía
trazada en la sien de un trapero enfundado
bajo el manto de la benevolencia.

Renuncio a esa nada que camufla el vacío en la mesa
sin pronunciar una sola vez, una sola, la palabra,
la palabra que deshaga el vil entuerto
rubricado a la luz de la luna.

Rechazo el encuentro revocado al hielo de la intemperie,
cuando en medio de los bisbiseos un carámbano
rasga la desnudez dejando el rastro de la desolación
entre la mudez del tiempo y hace añorar la soledad.
Deniego al silencio velador infringiendo la solemnidad
y el acecho de una pupila reconocida en el fulgor de la noche
al ahuyentar el clamor del latido.
A la maleficencia de los pasos sigilosos
sorprendiendo la otra cara del espejo
rodeando la cintura mientras camino,
mientras sopeso los días que aún están por ensalzar
lo incierto en el calendario.

Renuncio a esa nada 

Gloria Gómez Candanedo




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