jueves, 10 de junio de 2021

AHORA MISMO NO SÉ

 

AHORA MISMO NO SÉ  

 

Desconozco y tiemblo al ver un horizonte con el brillo del metal

al sentir la frialdad entre las sábanas cubriendo el futuro,

al simular la belleza tras el interruptor

encendiendo el mecanismo,

el encontrar solo electrodos en lugar de palabras,

el no palpitar ante otro cuerpo ardiente en el momento crucial,

el encontrar un parpadeo mecanizado

en lugar de la chispa en el mirar.

Tiemblo al abrir la puerta

y encontrar el brillo impoluto,

el asado con exactitud,

el abrazo milimetrado,

y la luz verificada sin parpadeo

en lugar de una huella al candor de la llegada,

un plato clandestino a deshora,

la estrechez entre tu cuerpo y el mío

o el sol radiando la alcoba entre sombras.

Deploro el futuro en tinieblas al caminar con un desconocido,

la fría amalgama enredando mis sueños,

se me eriza la piel

al pensar un beso confundiendo labios,

tomar la mano extrañando la rugosidad ferviente

o caminar a la par del mecanizado vecino.

Desisto invitar a ese género en mi casa,

que robe mi intimidad en la noche,

y se lleve las caricias tras la huella helada,

que asemeje la lágrima de una despedida

y escuche una voz digitalizada en mi oído,

sopese los encuentros en la incertidumbre

sin conocer la llegada de un abrazo.

Tiemblo al pensar tu rostro bajo una máscara sincronizada,

tus dedos tocando la sien con terminaciones polarizadas,

tu cuerpo contoneándose al ritmo de los iones para la ocasión.

Veo al tecno en el avance de una brutal encrucijada entre lo real,

lo superfluo, lo clandestino y lo controvertido,

el día a día,

instruyendo nuestros pasos y nuestras vidas,

veo la lejanía de una voz agitada

al pronunciar la emoción,

los extremos articulados

en vez de las manos que elaboran el pan,

o recorren mi cuerpo en la calidez de la tarde,

observo la expresión inexpresiva en la tez

azuzando entuertos,

provocando llanto o simulando sonrisas.

Veo implantar la comodidad del amanecer

en el manejo de una computadora,

sustituir el compañero por la articulación autómata

sin equívoco en cualquier controversia,

asomar a la ventana

y ver seres caminando ensimismados

en el pulso de la clavija

que dirige el siguiente instante.

Advierto una juventud

perdiendo el encuentro de una flor

entre las páginas de un libro

por el tecleo de un paraíso inexistente

bajo el reflecto polarizado entre sus dedos

al caminar por la alameda

sin percibir el aroma de una piel apasionada

y los sueños dibujados en un verso

conmutados por lo intempestivo

de una conexión con lo incorpóreo.

Ahora mismo no conozco la sintonía

que adereza mi quietud,

desconozco los sentidos

que impulsan a escribir este verso,

mas siento el bosquejo cómo se atraganta en la madrugada

al pronunciar el deseo y perderse en lo etéreo

dejando un rastro en la estrechez del pecho.

Ahora mismo desconozco el final de este poema,

no sé si algún androide

estará manejando el teclado

mientras el sueño hace su entrada en mí

cuando los dedos acarician la última letra

y el párpado advierte el caer de la noche sobre mi espalda.

Desconozco lo impreciso al otro lado del espejo

y la posible ingratitud

al dar la vuelta a la hoja del calendario.

Ahora mismo estas líneas azoran

el desasosiego de una interrogación.

 

Gloria Gómez

domingo, 6 de junio de 2021

AZUL ENTRE LA SOMBRA DE LOS BOSQUES

 


AZUL ENTRE LA SOMBRA DE LOS BOSQUES

 

No pude ver cómo te apartaban de mí

cuando en el zaguán

deposité la llave del adiós,

tras de ti se iba el encanto de una época,

el nudo en el pecho retenía una lágrima

condensando el paso de varios lustros

floreciendo en cada amanecer.

 

Tras de ti se iban las sonrisas

atravesando paisajes a la velocidad de un lucero,

los primeros balbuceos

al comienzo de una etapa sobre ruedas

mirando la horizontal,

en tu regazo se acomodaron los abrazos

al son de acordes de todos los tiempos,

juntos atravesamos fronteras entre norte y sur,

esbozando encuentros en distinta dimensión.

Juntos aprendimos el juego de letras

mientras me conducías

a la ventura nuevos amores,

tarareamos coplas al son de vuelos

y compartimos duelos

en distancias cortas y ufanas.

 

En tu regazo medró la juventud

que a mi paso brotaba entre bosques,

luces y sombras,

sobrepasándome en valor y osadía,

probando los primeros pasos,

devaneos, esbozos

y los sueños alcanzando libertad. 

 

No pude advertir cómo parecías recobrar

la agilidad de otro tiempo,

como queriendo seguir a la espera

del próximo recorrido

al son de nuestra música

y nuestras confidencias,  

abrazando destinos y enseres,

rubricando cartas de amor,

trazando rutas a las estrellas en lo convexo del alma,

acercando la piel de la distancia

en pequeños recorridos,

como en los viejos tiempos.

 

No pude contemplar la senda que dejabas

caminando hacia tu retiro,

llevándote una parte mí,

una lágrima contenida

a punto de echar a correr hacia ti

al ver de frente el instante

en que parecías conocer tu destino

como una pequeña alevosía.

 

En ti quedan mis plegarias y alegrías,

la prisa por llegar

y la calma de la vuelta a casa

buscando un lugar de calma para la noche,

en mí aparece el vértigo,

cada vez que vuelvo a pasar

por la misma senda

y el sol me trae a la memoria

un tiempo entre la sombra de los bosques.

 

Gloria Gómez

Cuadro: Claude Monet