AZUL ENTRE LA
SOMBRA DE LOS BOSQUES
No
pude ver cómo te apartaban de mí
cuando
en el zaguán
deposité
la llave del adiós,
tras
de ti se iba el encanto de una época,
el
nudo en el pecho retenía una lágrima
condensando
el paso de varios lustros
floreciendo
en cada amanecer.
Tras
de ti se iban las sonrisas
atravesando
paisajes a la velocidad de un lucero,
los
primeros balbuceos
al
comienzo de una etapa sobre ruedas
mirando
la horizontal,
en
tu regazo se acomodaron los abrazos
al
son de acordes de todos los tiempos,
juntos
atravesamos fronteras entre norte y sur,
esbozando
encuentros en distinta dimensión.
Juntos
aprendimos el juego de letras
mientras
me conducías
a
la ventura nuevos amores,
tarareamos
coplas al son de vuelos
y
compartimos duelos
en
distancias cortas y ufanas.
En
tu regazo medró la juventud
que
a mi paso brotaba entre bosques,
luces
y sombras,
sobrepasándome
en valor y osadía,
probando
los primeros pasos,
devaneos,
esbozos
y
los sueños alcanzando libertad.
No
pude advertir cómo parecías recobrar
la
agilidad de otro tiempo,
como
queriendo seguir a la espera
del
próximo recorrido
al
son de nuestra música
y
nuestras confidencias,
abrazando
destinos y enseres,
rubricando
cartas de amor,
trazando
rutas a las estrellas en lo convexo del alma,
acercando
la piel de la distancia
en
pequeños recorridos,
como
en los viejos tiempos.
No
pude contemplar la senda que dejabas
caminando
hacia tu retiro,
llevándote
una parte mí,
una
lágrima contenida
a
punto de echar a correr hacia ti
al
ver de frente el instante
en
que parecías conocer tu destino
como
una pequeña alevosía.
En
ti quedan mis plegarias y alegrías,
la
prisa por llegar
y
la calma de la vuelta a casa
buscando
un lugar de calma para la noche,
en
mí aparece el vértigo,
cada
vez que vuelvo a pasar
por
la misma senda
y
el sol me trae a la memoria
un
tiempo entre la sombra de los bosques.
Gloria
Gómez
Cuadro: Claude Monet
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