OTRA GUERRA
Como
aves de acero, las palabras del opresor
sobrevuelan
el cielo, encenizan el azul del sueño,
lanzan
mensajes de escisión al abrazo de un niño
y
en un silbido derrumban la solidez de las piedras.
Así,
la mudez en tus labios enturbia la angostura de mi aliento,
sin
desconocer el fondo del destierro.
Como
orcas endemoniadas
surcan
el mar contaminando mareas,
las
especies huyen de la quema,
el
trasiego y el canto deja paso al grito desencajado,
otros
océanos ocultan la estirpe,
el
fondo se hace cada vez más inverosímil
y
la amenaza abre la herida de la aflicción.
La
tierra gime la huida de los pasos que la habitan,
olvida
su verdor y yace sin el producto del pan,
la
simiente cae como la lágrima sobre una extensa tez,
resbalando
el último beso
deglutiendo
el pavor a un mañana,
emergiendo
del lecho al proferir la acritud en tu mirar.
Se
veía venir la explosión de las palabras,
como
las llamas en la puerta aledaña,
el
grito ensordecido sólo era una fútil osadía,
el
ojo apunta desde su atalaya,
tambores
lejanos parecen derruir exclamaciones,
el
niño declama su linaje y la madre adorna su canto,
lienzos
ondean la penumbra, ensalzan señuelos de dolor
dejando
la desnudez de las almas a la cordura del estertor.
Así
en la senda de otras vidas,
vestidas
con la plática de la confusión
deambulan
entre colinas de holocausto,
percibiendo
sus días como el final de un hálito
cada
vez que cruzan el zaguán de su puerta,
mientras
la ceguera de la muchedumbre
acota
en fugaces nimiedades soslayando el pulso del destino.
Gloria
Gómez Candanedo
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