LA REALIDAD EN EL TIEMPO
Sueño que la danza rodea mi
silueta
al tocar la piel alcanzando
una estrella,
la tropelía del futuro abunda
en ensueño
si acierto el paso al caminar,
las sonrisas
que adornan mis días perduran
sin resquebrajar
con el ímpetu heredado de mi
sólida pertenencia
y el cielo abierto acoge mis
vuelos
mesurando el anclaje de mi
aventura.
Más el amanecer me devuelve a
la realidad de lo humano,
el trasiego en busca del pan
hace duro el recorrido de las
horas,
el despertar aúlla ante las
llamas en otro ocaso,
en otros cuerpos languidece la
última herida de guerra,
los ojos de la niñez perplejos
ante su destino
pierden el sueño con el juego
de colores,
la realidad del mundo me azota
la frente.
Sigo esperando el gorjeo de
las aves
realzando el sosiego,
el baile de las hojas
amansando la noche,
mis trazos de rima entre
palabras de la tarde
fraguando serenidad
con el mero placer de
transformar el dolor,
descosiendo prosapias
cáusticas,
amainando el azar.
Sin embargo al abrir la puerta
los hechos abruman la
escalera,
cada peldaño transfiere una
herida,
un hedor, una afrenta, un
dolor, un rencor,
las flores aflojan en desidia,
el ceño frunce la mirada del
hortelano.
Más el origen me recuerda la
senda de la simiente
asomando cada día en los
trazos de las horas
al descubrir la vuelta de la
tarde al albergue de la piel,
me descubre el talento
encomiado con ahínco
de lustros perseverando una
audacia contra natura,
y vuelvo la mirada atrás
queriendo atrapar un halo de ilusión.
La realidad lucha por romper
el encanto,
oprimiendo al paradigma de la
horda,
abandonando linajes a la
sombra,
las manos me llevan a rubricar
la fuerza en otro verso,
otra morada, otro rumbo, amor
y belleza.
Gloria Gómez Candanedo
Cuadro: "Canvas Jardìn" de Claude Monet