domingo, 22 de mayo de 2022

ALBA VERSUS OCASO

 

 


ALBA VERSUS OCASO

 

Sopeso los extremos del día,

cuando amanece hay penumbra,

quizá la alborada ilumine la danza del trasiego,

más cuando anochece

los brazos caídos apenas sostienen el pesar.

 

Acordono la noticia del bulevar,

la suma desdeñosa al cariz de la insolencia,

la piel sufre el temido temblor,

de nuevo el murmullo se altera ante la aflicción,

más el mundo gira, gira gira

hasta el olvido en otro amanecer.

 

Asomo al abismo

cada vez que un latido zarandea el existir,

entorpece la pasión,

cruje el dolor en la sien

y me revuelvo contra el tesón

del rasgo en la cadencia borrando el aliento.

 

Se advierten desperfectos en almas caídas,

se tantea la sombra en encrucijadas,

el anclaje de desdicha azora el reverso de la despedida

sumando un mal presagio a la hoja del calendario

y el mundo vuelve a girar, girar,

asombrándose como la primera vez.

 

El gorjeo lejano de otros rumbos,

de otras estrofas,

acucia el tinte de la noche borrando las estrellas,

con el naranja del fuego,

transformando la niñez y aniquilando enseres de paz,

para llevar el emblema de la desfachatez.  

Y el mundo sigue girando, girando.

 

Algún hombre cree amar

y se enfrenta a la compañera,

le diluye el beso por el revés,

la palabra por la desazón

y la palma de la mano se vuelve contra su pecho

como si todo el universo fuera su propio cuerpo.

 

Amantes de la mezquindad,

proclives a la inmortalidad,

dueños de una atalaya,

lanzan vestigios de locura sobre la gentileza afanosa

rasgando el grito en el lienzo de una historia

ya sublimizadamente conocida.

 

Así pasan los días,

el trasiego de miradas furtivas, huidizas,

obviando la alcurnia, desoyendo la tonada,

difuminando la súplica del aislamiento

sintiendo la cruel impericia,

enmascarando la piel con el metal

sin haber aprendido la fragilidad

que nos concierne.

 

Gloria Gómez

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