NO SE PUEDE HUIR
No se puede huir,
el fuego cerca la piel,
el desgarro asoma al pretil de
una oscura mañana,
el fango aterriza en la
indecisión,
recorre el salpullido por el
esternón,
se quiere retroceder
mas el tiempo ha marcado el
límite.
Como las horas aturdidas en la
noche,
al mostrar la lindeza de una
tez,
perdía la fluidez tras el
espanto
al huir el recodo de tu
orilla,
alejando la dimensión del
abrazo.
Como la senda aflorando al
trasluz de la duda,
señalando extremos
inalcanzables,
cada vez que el pulso de la
idiotez
transgredía los pétalos del jardín
con el aroma de la ingratitud.
No se puede huir del paso de
las horas,
al encontrar el eslabón
fortuito
entre destinos convergentes,
sin apenas construir las
sílabas de una canción,
o sin encontrar el fulgor del
contorno
al abrir el hueco de un
ensueño al llegar la madrugada.
Como la mesura en el regazo de
una tarde
entre platicas y versos,
los minutos avanzan a pesar
del decoro,
la agujas atraviesan el pulso
al llegar el momento de cruzar
el zaguán de partida.
El fuego no amaina ante la
huída,
el tesón se cierne en la
osadía,
el embalaje del invierno
recubre el techo,
el clamor retumba al otro
lado,
la desolación aparece ante el
espejo,
imposible rehusar el tumulto
de adversidad.
No se puede huir
aún queriendo romper el legado
de un enigma,
los minutos destruyen la palabra,
el resquemor hace mella en el
pecho,
la partida es difícil
emprender.
Huir tiene un precio,
la sombra persigue y deja
huella en el camino
acompañada de palabras y llantos
transversos en surcos del
semblante,
mostrando los lances de
premura
ante el insospechado sino.
Huir no te alejará del
ronroneo pesaroso de la partida.
Algo quedará dolido en la
cúpula del deseo.
Algo agitará la música al
contoneo de la noche.
Un verso murmura entre silencios
evocando el perfil de la escapada,
instantes refugiados en el
mirar atrás no volverán.
La huída no apartará la
aflicción de tu ser.
Gloria Gómez
Cuadro de Dalí
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