SÓLO SON MAYORES
En su memoria
guardan la sabiduría
cosechada
durante lustros de lucha,
siglos en su
espalda marcados
con la cuña
regia de la estirpe.
Acunaron
noches mesurando llantos hacia futuros,
fortificaron
las vigas del valor en su seno abierto a la luz.
Sellaron con
la rúbrica del deseo
en otros
cuerpos
procurando el
futuro entre cortinas de seda.
Acompañaron las voces nuevas entre lirios
con el regalo
de una fábula.
Algunos llevan
tiempo viendo la vida
desde una ventana,
sus piernas
flaquean ante tanta multitud aciaga,
su retina está
cansada de haber perdido
el color del
arco iris,
el único
sonido, a veces,
viene de un
pasillo sin final
al traerles un
plato de austeridad.
Apartados de
la vida por una cojera
o un mal
augurio al no reconocer sus frutos,
un mal
discernimiento les lleva a la oscuridad,
con todo un
saber en su alma enraizado
en aquella
planta
que nacía cada
primavera,
un libro en el
estante o la vianda mejor elaborada
emprendiendo
una aventura.
Sus manos
llevan los senderos recorridos
en cada arruga
y no son viejas.
Su tez lleva
marcados los besos y las lágrimas
de juventudes y
senectudes entrecruzadas
y no es vieja.
Sus ojos
guardan los recuerdos de otras guerras
y otros
concilios en cada línea.
Sufren la
desidia del abandono y están idos.
Parecen
trastos inservibles
y permanecen
solitarios en un rincón para no molestar.
Se olvida su
belleza, se rompe su armonía
sin pensar que
forman parte de la vida,
y aún son
útiles.
Solamente son
mayores.
El extraño
visitante se ceba con ellos,
el abandono
les deja débiles,
la nostalgia
marca la soledad
y la bestia se
apodera de su fragilidad
negándoles con
la sutil crueldad, el último adiós.
Gloria Gómez
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