EN PRIMERA LÍNEA
Aplausos
dirigidos en una sola dirección,
merecida, sí,
pero tal vez
por el ansia de luz
que hay detrás de ese gesto,
la luz que
pende de una salubridad,
contenida por
una maldad desconocida,
o por un
habitante compuesto solo de recelo
contra la
multitud.
En primera
línea los luchadores sin ser héroes
afanan el
saber con el aprender
para encontrar
un combatiente
que también
les salve a ellos.
Más, hay quien no oye los aplausos,
anónimamente
reparte flores
en cartas de
felicidad a los vecinos,
pocos conocen
su nombre,
su energía
consiste en hacer sonreír
detrás de cada
puerta
con un regalo
del otro lado del planeta.
El recorrido
diario le lleva de pueblo a pueblo
repartiendo
misivas de colores,
una sonrisa en
los labios para la noche,
y algún vecino
le habla con recelo
del mal que
hay en la ciudad
distanciando
la cortesía
como huyendo
del pavor.
Un día el
camino se queda sordo,
no suenan los
pasos de la mensajera,
en lugar de
una carta de esperanza
llega una
esquela,
el mal que
flota en el mundo se la llevó.
Gloria Gómez
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