CENIZAS EN LOS
LABIOS
1
Basta con descorrer un poco la penumbra
que, intrusa, desespera este final del día,
para verte llegar igual que entonces
a la placita de Cisneros,
impasible en su luz, ensimismada,
como esculpida en un retablo de oro.
La tarde –fuego ya respirado por la sombra-,
solía demorarse en las campanas
remolona y astuta, y tú decías
desde el fondo indefenso de mis ojos:
-No te vayas, amor, aún es
temprano-.
En los muros llagados de la iglesia,
ocupando un retazo
de cal amarillenta,
quedaron nuestros nombres como pájaros
de pronto sorprendidos
por su propio fulgor y en él cegados.
Entonces eran frecuentes estos actos
-quizá lo son aún, no sé…-,
a los que reconforta
volver alguna vez llevando entre las manos
los restos del naufragio,
cuando apenas nos llega la noticia
de que seguimos vivos.
Angelina Gatell
8 de junio 1926
Barcelona (España)
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