SONETO DE LA DULCE QUEJA
No me dejes perder la maravilla
de tus ojos de estatua, ni
el acento
que de noche me pone en la
mejilla
la solitaria rosa de tu
aliento.
Tengo miedo de ser en esta
orilla
tronco sin ramas, y lo que
más siento
es no tener la flor, pulpa
o arcilla
para el gusano de mi
sufrimiento.
Si tú eres el tesoro
oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor
mojado,
si soy el perro de tu
señorío,
no me dejes perder lo que
he ganado
y decora las aguas de tú río
con hojas de mi otoño
enajenado.
Federico García Lorca
De: “Sonetos del amor
oscuro”
5 de Junio de 1898
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