EN LUGAR
DE UNA CARTA
El humo del tabaco consumió el aire.
La habitación:
un capítulo en el infierno kruchyoniano.
Acuérdate,
tras esa ventana
por vez primera
acaricié frenético tus manos.
Hoy estás aquí sentada,
con el corazón blindado.
Un día más:
vas a echarme,
es posible que me maldigas.
En la turbia antesala largo tiempo no loro encajar
mi brazo estropeado por el temblor dentro de la manga.
Huiré, lanzaré el cuerpo a la calle.
Salvaje,
habré de enloquecer,
partido por la desesperación.
No es necesario esto,
querida,
mi bien,
deja que me despida ahora.
De todos modos
este amor mío
es un peso atroz
que colgará de ti
vayas donde vayas.
Deja que el último grito rompa
la amargura de las quejas del ofendido.
Si a un toro lo matas de cansancio
correrá,
a tumbarse en las aguas frías.
Para mí
no hay más mar,
que tu amor
y tu amor no concede ni con lágrimas el descanso.
Si un elefante fatigado desea la calma
se tiende majestuoso sobre la arena caliente.
Además de tu amor,
para mí
no hay sol,
aunque no sepa dónde ni con quién estás.
Si un poeta estuviera atormentado de esta forma,
cambiaría a su amada por dinero y fama,
pero a mí
no me alegra ningún sonido,
que no sea el de tu nombre idolatrado.
No voy a arrojarme de las escaleras,
no voy a tomar veneno,
no apretaré el gatillo sobre mi sien.
En mí,
además de tu mirada,
no manda el filo de navaja alguna.
Mañana olvidarás,
que te he coronado,
que el alma fue abrasada por un amor florido,
y el carnaval agitado de triviales días
arruinará las páginas de mis libros…
Las hojas secas de mis palabras
¿te obligarán a detenerte,
a respirar de forma agitada?
Permíteme
que con la última ternura alfombre
tus pasos que se alejan.
Vladimir Mayakovski
19 de julio de 1893
Baghdati – Georgia (Rusia)
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