domingo, 24 de mayo de 2020

70 DÍAS


70 DÍAS

Hace setenta días un manto oscuro cubría las calles
dejando la huella del aislamiento
y la ruptura de los abrazos,
quedando pendiente el hilo de la distancia
sin saber el tiempo del encuentro.

Nos robaba la primavera
tapando el grito de la ausencia
tras los muros de la indiferencia en algunas alcobas,
tendía el temor en la sonrisa de medianoche
al relatar la leyenda milenaria
augurando los tiempos venideros
que aportaban luz a tanta desolación.

Setenta días regocijando en la colina
el estupor de la despedida
más despiadada entre el ser humano,
rompiendo la fraternidad,
devastando el porvenir del joven
y partiendo la esperanza a los transeúntes
extendiendo la mano al recoger misivas de acogida.

Algunos quedaron en la intemperie
a la ventura fortuita de la pérdida en sus vidas,
algunos no tenían una flor
que les vaticinase una vida mejor,
otros solo esperaban la piedad acogiendo su alma
en un salón común a la podredumbre.

Los acordes se hacían himno
en pos de la energía para resistir,
y las fuerzas se aunaban.
En el momento crepuscular se frotaban las palmas
aupando el valor de la ciencia como esperanza.

El mal hacía estragos por doquier
sin omisión ni elección,
entraba por las ranuras más insospechadas
hasta la sensibilidad sutil de la mansedumbre
y muchos se preguntaban
si ello les salvaría de tanto rencor acumulado.

Poco a poco el gentío se acostumbraba a vivir con el extraño,
se aguardaba el día que la luz volvería a nuestras vidas
con el deseo de deparar un mejor devenir entre las almas.

Setenta días después,
jóvenes encontrándose de nuevo,
almas pululando por las calles adornadas de primavera,
la naturaleza cuidó nuestro espacio,
preparó el recibimiento con el mejor colorido,
el canto de las aves a veces era lo único que sonaba.

El deseo vuelve a florecer entre los colindantes,
el ansia de un encuentro lejano se adueña de la espera,
el entrechocar de las palmas aún está por llegar,
más el lienzo se prepara nuevamente
para llenar de color los días.
Setenta días de resistencia acunan nuestro retorno.

Sin embargo el forastero se ha olvidado
de llevarse el odio de algunos vecinos,
y acuñan despropósitos
manchando las calles con otro dolor
empañando la calidez de este verso.

Gloria Gómez Candanedo



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