NO RECUERDO EL
FUTURO
Estamos condenados por todos los costados.
Por el flanco derecho primero,
tras envenenar con el antiguo humor negro
las flores de los que nunca lustraron zapatos,
la moral y el silencio de los que nada amaron.
Matar por la boca es lo más sencillo
enorme tamaño, la ambición de morir a la carta.
Venenos para la piel, el cabello, los huesos,
modernas técnicas derivadas del ectodermo que cubre la máscara
el disfraz de esqueleto sin guadaña que niega las diferencias.
Asesinatos selectivos, cauterizaciones precisas
en el arte, los proyectos vitales y su dimensión de odio,
donde no cuenta la ausencia de las muelas.
Nunca inventaron una palabra para los doscientos años.
Más allá…
¡qué decir!
Árboles milenarios, diplodocus enormes
que, se dice, habitaron el planeta en la investigación
de los orígenes que son hoy fantasmas en nuestra tierra.
Y si eres habilidoso, en su momento te llega la enfermedad.
Tratar, se trata, de llegar a ella no antes del tiempo
que cada proceso de pensamiento precisa.
Cualquier crónico sabe que se anticipo
en la decisión de olvidar el perdón y perdonar el olvido.
Por las dudas, hablar aunque sea torcido,
de ese trocito de pestaña viva
con la que poder hacerle a la vida
un guiño más.
Carlos Fernández del Ganso
Del libro: “No recuerdo el futuro”
Cuadro: "No recuerdo el futuro" de Miguel Oscar Menassa
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