domingo, 30 de octubre de 2022

LA CASA

 

 



LA CASA

 

Dentro de la casa no hay polvo

ni las ventanas están mordidas por el largo olvido,

aunque te preguntas qué hacen ahí esas hojillas verdes

que alguien fue poniendo entre las junturas

y las acaracoladas rejas que vencieron al moho.

 

Sabes que dentro de la casa es hace muchos años

y que hay luz: se derrama desde una lágrima sonora. Los peldaños

de mármol, el cristal, el suave olor y las ondas

doradas de aquella visitante, ocupan su lugar, 

su tiempo, su sentido. Aromas de plátanos maduros, la calle 

–lejanas y amarillas

tierras, nombres de pájaros…--. Entonces

quién estaría naciendo, quién muriendo,

quién doblaría las esquinas, qué pregones,

cómo y quién vendría de camino y con qué mensaje

para ir tejiendo la sábana de vida --¿podría

haber sido otra vida si otra lanzadera…?

—que ensombreció la casa.

Ha manchado la niña

la falda a mi mujer… color ciruela, el traje.

Mujer de rubias ondas,

ahogándola en la mancha que se extiende,

en su forma ilusoria por los años: “Nuestro oro

no es el oro común. Tú, sin embargo,

has demandado el verde…”,

y la apagó dejándola en la acera sola,

ignorada por las otras que la sostienen

aunque la han desdeñado.

Te preguntas de dónde

llegaría el olvido a morder sus cristales,

entreabrir las ventanas para siempre, forzar

las puertas que yo no llevé --¿quién

las abrió o cerró: la mano última?--, poner

…temblor en los cuadros torcidos,

en los vidrios de la ciudad

sobre el pez…

briznas de musgo y jaramago y un cuajarón de sombra coronándola

en el brillante azul de la mañana.

 

Desde la lágrima de luz, y desde el nido

de la memoria van hacia ti sonidos,

roces, voces, ir y venir que alcanzas

desde esta orilla. Tus dedos

rozan tus dedos. Y la casa durmiente, cuya luz

sólo tú reconoces en tu olvido,

parece más secreta en la ruidosa calle.

 

Julia Uceda

 

 

jueves, 27 de octubre de 2022

LA TAPIA

 


LA TAPIA

                      

Toco la tapia del adobe manso

que el sol dejó como una áspera miga.

Detrás está el descanso,

la sombra que mitiga

 

el infierno labriego,

derramado demonio de amarillo.

Y de este lado el campo mudo y ciego,

traspasado a cuchillo.

 

Me arde la mano como si tocara

la carne de una herida con gangrena.

Pero detrás se ampara

un corazón que todavía suena.

 

Ni piedra ni espesura. Solamente

para el barro debió haber una gota

de agua. Suficiente.

Así la mano del adobe brota.

 

El adobe es humilde dios. Tutela

el hambre y el sudor. Un dios ibero

que apenas se alza, y vuela

su sombra sobre el sueño jornalero.

 

Pobremente defiende

el techo de la tapia al que reposa

tras de sufrir. Su justa sombra extiende.

No puede ser la tapia más hermosa.

 

Leopoldo de Luis

Cuadro de Amalia Avia

 

miércoles, 26 de octubre de 2022

UN DÍA NORMAL

 


UN DÍA NORMAL

 

Hoy es un día normal,

el sol naciente abre la jornada,

el jabón espera al lado de la toalla,

el rechinar de un vuelo despega al horizonte,

alguna nube anuncia que habrá agua,

el mundo parece caminar a la labor diaria,

en el trayecto se oye la sirena de una herida,

en la esquina un hombre abofetea a una mujer,

la última noticia de un nuevo misil de guerra

provoca algún resquemor.

 

Un día normal,

la diferencia con el jefe

y la disputa con algún vecino,

la flor nueva en el jardín de la casa de enfrente,

el árbol que ha dejado de dar sombra,

el pájaro que revolotea sobre el tejado,

el ruido de un motor a la huída de la justicia,

el atraco a mano armada de una anciana

con dificultad de andar,

la negación de un abrazo al afligido,

la ausencia de gratitud en el entorno,

otra noticia anuncia el desplome de los suministros,

la subida de los precios del consumo,

la impotencia para obtener un trozo de pan,

el aumento de toxicidades en la población.

 

Hoy es un día muy normal,

un avión secuestrado se desploma con trescientos viajeros,

el joven huye de un hogar fratricida,

la niña se deja llevar por el canto un truhán a la deriva

poniendo en ello la flor de su vida,

el padre acosa al retoño de su error,

la madre finge el gozo en su lecho,

nueva noticia anuncia el aumento de habitantes sin empleo,

la muchedumbre implorando un techo,

el niño sin escuela en otro país,

la lumbre sin fuego en otras cornisas,

la ausencia de comida en otras latitudes,

las bombas de dolor sobre los pueblos.

 

Un día normal asoma tras la ventana,

el cepillo de dientes sigue en la bandeja,

la taza de té espera en la alacena,

una llamada al teléfono avisa de la violación de una hija,

un mendigo resopla indulgencia ante la multitud,

una mujer se desangra ante la impunidad,

un hombre desploma en la calle esperando una ambulancia,

el convoy de bomberos no llega a tiempo a todos los lugares,

la casa gime, llora y arde tras el desahucio,

otra víctima más en la caricia de su opresor sumando cifras,

ahora la noticia alberga el desequilibrio de la sociedad,

el éxodo de los jóvenes sin provenir,

el clima se ha vuelto loco,

la tierra se agrieta de dolor,

nuevos virus están al acecho,

los gobiernos piden más sumisión a los pueblos:

¡hay que paliar los efectos privándonos de respirar,

cantar, reír, amar y gozar!  

 

Un día normal, todo normal,

amanece con la vieja canción,

el atuendo colgado en la percha espera rodear la piel,

el dibujo de la última noche aún está húmedo,

las sábanas guardan los sueños extendidos sobre ellas,

al salir una carta en el buzón notifica una deuda,

cambio de zapatos y se rompe la tubería,

más otra nueva rememora el aniversario del holocausto,

había que poner un poco cáustica la mañana,

y esperar que un tren descarrile con nueve mil pasajeros,

mientras la amenaza continúa,

hay explosivos en la frontera,

el zumbido de las balas enloquecen las lágrimas,

la desesperación acampa por doquier,

más, todo normal, muy normal.

 

Gloria Gómez Candanedo

Cuadro de Amalia Avia

martes, 25 de octubre de 2022

LA REALIDAD



LA REALIDAD

 

 

No, no quiero los sueños. Es la vida,

la realidad la que nos llama. Escucha.

Son las cosas estrictas que tocamos

las que nos prestan su difícil música.

 

Difícil, sí, difícil es lanzarse

desde el silencio de la pena abrupta

y tocar con los dedos aún heridos

estas candentes realidades. Duras.

 

Pero lo mismo que esos pobres árboles

frente a los brazos del otoño luchan,

hemos de defender hoja por hoja

la rama viva que nos da la fruta

de la esperanza, que hace cada día

esa naranja un poco más madura.

 

Contra el inevitable helor del tiempo

que tus amantes manos la recubran.

 

No. No es el sueño. Es esta vida diaria

la que hay que comenzar de nuevo. Busca

en mí el esfuerzo y la sonrisa. Míralos.

(Aunque los finja por vencer tu duda.)

 

Porque era esto lo que contenía

aquella caja de sorpresas…

                                                  Nunca

podremos ya volver atrás. La tarde

sombra a nuestras espaldas acumula.

 

Leopoldo de Luis

Cuadro de Gustav Courbet

miércoles, 19 de octubre de 2022

LOS NOMBRES QUE NO SUENAN

 


LOS NOMBRES QUE NO SUENAN

 

Alguien, amigos, niega vuestras muertes.

Dice que sois la sombra de una intriga,

de una leyenda a ratos negra, a ratos

azul o roja que al igual que el fuego

de la retama húmeda en los ojos

pone su venda de lloroso humo.

Dice que sois de nada o falsa piedra

de escándalo, de canto que se arroja

al cristal del tejado de la casa

que mal y poco a todos nos guarece

–a todos no, lo sé, pero aún no es tarde—

y a ver quién va a pagar los vidrios rotos.

 

Dice que vuestros nombres no le suenan.

 

Y no le sonarán, porque eran nombres

mudos, nombres sin timbres ni alharacas,

de los que pasan en silencio y llanto

ahogado, de los nombres que tan sólo

suenan en tanto suena el esqueleto

que no es mentira y que los sustentaba,

en tanto suena el corazón que sufre,

la garganta que llora o bien que tose

desde el gris desgarrón del pescho enfermo.

 

Hay hombres que no suenan más que a pena

oscura, a lenta mina hundida y sorda

bajo las galerías del cansancio

entre el carbón del miedo y la tristeza.

Nombres que se deshacen en el pobre

sonar de unas monedas ya difíciles

al cabo de una cuerda de ocho días.

Nada suenan los nombres ni las bocas

casi tampoco. Pero son de música

que se oye diariamente

tras la fatiga y la desesperanza

y que sigue sonando

tras el crimen y el tiempo y la injusticia

para los que no están del todo sordos.

 

Leopoldo de Luis

 

martes, 18 de octubre de 2022

CICLO DE POESÍA DE POETAS- CÉSAR VALLEJO


 Próximo viernes, 20 de octubre a las 19:30 horas en la sede de Notting Hill Cultural.

Homenajeamos a César Vallejo, gran poeta de Perú

lunes, 17 de octubre de 2022

LA INOCENCIA EN LA NUBE

 



LA INOCENCIA DE LA NUBE

A Alicia Martín Martín in memoriam

 

 

Un año,

un año desde que partieras,

parece largo el tiempo a veces,

otras, como un instante cruza la sien,

mas aún el recuerdo de tu voz

recorre el bulevar entre pequeños versos,

el gesto, recatado casi siempre,

como no queriendo molestar al viandante,

permanece con el sigilo de un silencio

entre lo más noble.

 

En algún parque,

los pasos de un niño gritarán tu nombre,

la odisea del mundo sigue como si nada,

mas tu sonrisa sigue anclada en la piel incauta del dolor,

el lugar donde reías permanece intacto con la ausencia,

y el prodigio de una sensibilidad

acuña el vértigo de la cuestión.

 

Alguna calle aparece con tu aroma en la tarde,

el sigilo de tus pasos simulan una gacela sin consuelo,

el requiebro de tu garganta sopesa la calidez del viento

al alcanzar un pequeño vuelo tus sencillos versos.

 

Octubre te recuerda,

el color del otoño adorna el adiós de tu candidez

cuando comenzabas tu otoño en la vida,

octubre aún sin el rojo del tiempo,

como tu tez sin el dorado de la madurez

acoge la despedida sin vuelta

pero con la delicadeza de un verso

extraído del pundonor de tu alma.

 

Pequeñas letras perduran en la nube de la memoria,

con la onda de tu pelo sufragando el aire,

la frugalidad de tus palabras perfuman el ambiente

al encontrar nuevamente

una frase tuya entre las páginas de la inocencia 

que surcan los hilos de la tierra.

 

Gloria Gómez Candanedo

Octubre 2022

sábado, 15 de octubre de 2022

Poema "Estación del Norte"


Poema leído el día 26 de agosto en el anfiteatro de San Marcos de León en el recital de poesía de "Ágora de la Poesía" de León

 

ESTACIÓN DEL NORTE

 

Ahí está, mirando en todas direcciones,

maltrecha, olvidada,

hace tiempo que perdió el esplendor,

se ha quedado muda y apagada,

ya ningún tren hace parada.

 

Tantas veces levantando barrera

con la mano del adiós,

cambio de agujas según el destino de los abrazos,

recorridos al norte buscando la madera del amor

y las brasas de la pasión

extendidas al final  de la escollera.

 

Ahí queda, apenas se sostiene en pie,

aún la mecen los encuentros y las largas despedidas,

aún resuena en el vacío de sus muros

el murmullo del viento

al abismar en el eterno adiós.

 

 

La veo al pasar

y un vértigo me recorre desde la raíz hasta la sien.

Parece mirar a los viejos transeúntes

como reclamando las risas del ayer.

La recorre el sonido del silencio

y a su lado exhalan las bienvenidas del viajero

al volver de su larga travesía,

a veces, como se fue.

 

Aún recuerda las noches

acogiendo al mendigo en su entraña,

viendo pasar uno y otro tren,

esperando la llegada de la libertad,

o queriendo arrancar el entresijo de la oscuridad,

perpetrado en el raíl de otra partida.

 

Hay voces entre los muros grises,

resonando en la tarde

ante la lejanía de los silbidos,

alguna entonación queriendo rescatar

la última mirada del hijo que se va.

Resuellos en las ventanas

recuerdan la sonrisa de algún abuelo

venido del otro lado del océano.

 

Tantos momentos,

y tantas voces, y manos,

maletas llenas de ilusión o vacías de equipaje.

Todo parece resonar

al girar la mirada al norte del malecón.

Mas el vacío del andén

parece deglutir las sonrisas de las llegadas…

y también las últimas salidas…

en la emoción de la esperanza.

 

Gloria Gómez Candanedo


lunes, 10 de octubre de 2022

DESPEDIDA PARA UN CUADRO DE RUBENS QUE PUDO SALIR DE ESPAÑA DE 1962

 


 

DESPEDIDA PARA UN CUADRO DE RUBENS QUE PUDO SALIR DE ESPAÑA DE 1962

 

Oh, Pablo Rubens de los terciopelos

fragantes como carne femenina,

Rubens de las mujeres como cielos

de carne donde el beso se adivina.

 

Vives. Estás aquí. Eres la huella

lejana en luz, el rastro de tu mano

o de tu corazón, tu roja estrella

sobre el lienzo asumido en cielo castellano.

 

Con el Duque galopas por las salas

de suntuosas mansiones. Se diría

que aún el milagro del pincel resbalas

con lujuriosa y pródiga alegría.

 

Lejos el pueblo, como siempre, calla

y no te ve. Tu luz no da en sus frentes.

La vida es en tus manos feliz bomba que estalla.

Ceniza oscura es para otras gentes.

 

Tú, Pablo Rubens, a caballo, en traje

del Gran Duque de Lerma, acaso cruces

de nuevo el Pirineo en otro viaje

de fastos y de luces.

 

Por el mismo camino la frontera

de España cruzarán con sus dolores

gentes que nunca izaron la bandera

de la dicha ni vieron tu reino de colores.

 

Al tiempo emigraréis: tú, de recintos

refinados que el pueblo no traspasa;

y estos hombres, de ciegos pegujales extintos.

Todos cruzáis las puertas de la casa.

 

Si vuelves, Pablo Rubens, a caballo,

como te vas, por ruta de despojos

y de humanos alijos,

vuelve cuando estas gentes puedan oír el gallo

de un alba en la que el arte nazca a todos los ojos

y la tierra española nutra a todos sus hijos.

 

Leopoldo de Luis

Cuadro: "El Duque de Lerma" de Pablo Rubens