Para eso fuimos hechos
para recordar y ser
recordados
para llorar y hacer llorar
para enterrar a nuestros
muertos
por eso tenemos brazos largos
para los adioses
manos para tomar lo que fue
dado
dedos para cavar la tierra.
Así será nuestra vida:
Una tarde siempre por
olvidar
una estrella apagándose en
la sombra
un camino entre dos
sepulcros—
por eso necesitamos velar
hablar bajo, pisar suave,
ver
a la noche dormir en
silencio.
No hay mucho que decir:
una canción sobre una cuna
un verso, tal vez, de amor
una oración por quien se va
pero que esa hora no olvide
y por ella nuestros
corazones
se dejen, graves y simples.
Pues confiar en el milagro
para participar de la poesía
para ver el rostro de la
muerte—
De repente nunca más
esperaremos
hoy la noche es joven; de la
muerte, apenas
nacemos, inmensamente.
Vinicius de Moraes
Brasil 1913 – 1980
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