miércoles, 2 de noviembre de 2022

POETA

 


POETA

 

Más de un día me duele ser poeta. Me duele

tener labios, garganta, que se ordenan al canto.

 

Es tan fácil vivir cuando sólo se vive

mudo y simple, esquivando la pesquisa y el vértigo.

 

Pero aquel que es poeta ni en mitad del tumulto

ni emboscado en la orilla logrará su descanso.

 

Porque el ojo sin párpado no consigue la noche

y en acecho infinito se le enciende y afila.

Porque todo el misterio, despeñada gaviota,

le golpea el cantil de las sienes desnudas

y en la boca, transidas de belleza imposible,

las enormes palabras se le agolpan y enredan.

 

Porque vive y lo sabe. Porque muere y lo sabe.

Pero el grito convulso de su vida y su muerte

es halcón insumiso que las nubes devoran.

 

Océanos, ciclones, bosques, astros habitan

en el ámbito estrecho que su cráneo circunda.

Olas, aves, raíces, pulsaciones, acordes,

por la red de los nervios se le enroscan vibrando.

 

¡Qué avidez de contornos le agudiza los dedos!

¡Qué avidez de caminos le estremece las plantas!

En el pecho le crece su imperioso destino.

 

Y, ni dentro ni fuera, en la fina tangente

que tan sólo en un punto a lo cierto se ajusta,

solitario y alerta, desvelado o sonámbulo,

el poeta mantiene su equilibrio difícil.

 

Ángela Figuera Aymerich

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