sábado, 12 de septiembre de 2020

PAN CON CHOCOLATE

 

PAN CON CHOCOLATE

 

El romper del agua en las piedras

fluye el sabor de aquel corrusco de pan

al salir de clase,

las manos de tinta

queriendo descubrir horizontes

lejanos a la verja,

el vestido de inocencia

trastabillando alrededor de los juegos de infancia

rebrotan en la retina.

Mientras las manos sostienen el trigo,

sueños azoran en la ilusión

de un mañana prometedor

pero sin dejar el rosal,

un camino de aventuras sin olvidar la simiente

y una casita en el ecuador de la templanza y la pujanza

sostendría el eje del amor.

El paso del tiempo

se llevó la dulzura tendida sobre el mantel

y una lágrima sin querer

despierta otros signos acompañando éstas páginas

donde pongo la rúbrica de una odisea

grabada en el pergamino de la distancia.

Ningún sueño de aquellos se hizo realidad,

otros nombres y otras almas

recorren el camino en el abrir los días a mi ventana,

y desde la distancia del tiempo

la evocación se adueña del sosiego.  

Al andar el camino vi guerras distintas

al libro de aventuras,

los pétalos tras la huída marchitaban

y las espinas dejaban herida en la piel,

al ver hombres sin machete dañando vestigios de libertad,

el hambre recorriendo las calles,

gente durmiendo a la intemperie,

la soledad enquistada en la vejez

y el pavor de una mujer huyendo de su malhechor.    

Más, otras vidas recuerdan los mismos ojos

y las mismas manos que deletrean

cada grano de azúcar en mi almohada.

Otras meriendas en otra distancia

pero con la misma canción

me estremecen haciendo sentir la vida,

caligrafiando hojas nuevas en el eslabón,

uniendo cualquier concordancia

permaneciendo en la lámina de este verso.  

 

Gloria Gómez

jueves, 18 de junio de 2020

VOLVER A SALIR


VOLVER A SALIR

Pasan los días y pasa el tiempo
dejando la honda cicatriz,
la luz nos obliga a salir al encuentro
con almas ficticiamente amigas,
con roles que robaron tramos de nuestra vida
envenenando el sosiego,
rompiendo el eslabón de la concordia en nuestra tez.
Pasan los días abriendo de nuevo
un surco al caminar de frente,
porque mirar atrás ya no sirve,
atrás quedaron vestigios de duelo
y sueños incrustados en la alevosía de un caminar
dando bandazos creyendo transitar
un mundo fabuloso lleno de clamor.
El mundo corría como si no hubiera mañana,
aplastaba manos laboriosas,
trepidante a conseguir el más alto galardón
y el mismo mundo nos detuvo.
Ahora pasan los días y nos acostumbramos
a sobrevivir sin necesidad de la exuberancia
que solo deja un vacío en nuestra piel,
palabras huecas
que sólo destellan la sagaz soledad
bajo la intemperie invernal en el último rincón.
Pasan los días
y se va abriendo la cortina
para dejar el horizonte lúcido y limpio
como si hubiésemos tenido que cumplir condena
por el nefasto devenir de un mundo enloquecido
por conseguir el podio de nuestras miserias
vestidas de pundonor.
Pasan los días
y el temor a cruzar el zaguán nos deja desnudos
frente a la nueva acritud del vecino
elevando cantos a mezquindades absurdas
acogiéndose a viejos blasones,
quizá su objeto de supervivencia.
Nos hemos forjado en nuestro pequeño mundo
y no queremos volver de nuevo a la miseria
de tan encomiada vida,
tiembla el pulso ante una desfachatez
procurada en siglos de historia
haciendo el vestir cada día.
Desde la azotea o desde el ventanuco
vemos la colina luminosa como nunca,
el futuro esperando al otro lado del jardín,
más el miedo a flaquear es más fuerte.
Noventa y ocho días avalan el esfuerzo.
Tal vez hayamos aprendido, o no.

Gloria Gómez


martes, 9 de junio de 2020

SOLO SON MAYORES


SÓLO SON MAYORES

En su memoria guardan la sabiduría
cosechada durante lustros de lucha,
siglos en su espalda marcados
con la cuña regia de la estirpe.
Acunaron noches mesurando llantos hacia futuros,
fortificaron las vigas del valor en su seno abierto a la luz.
Sellaron con la rúbrica del deseo
en otros cuerpos
procurando el futuro entre cortinas de seda.
Acompañaron  las voces nuevas entre lirios
con el regalo de una fábula.

Algunos llevan tiempo viendo la vida
desde una ventana,
sus piernas flaquean ante tanta multitud aciaga,
su retina está cansada de haber perdido
el color del arco iris,
el único sonido, a veces,
viene de un pasillo sin final
al traerles un plato de austeridad.

Apartados de la vida por una cojera
o un mal augurio al no reconocer sus frutos,
un mal discernimiento les lleva a la oscuridad,
con todo un saber en su alma enraizado
en aquella planta
que nacía cada primavera,
un libro en el estante o la vianda mejor elaborada
emprendiendo una aventura.

Sus manos llevan los senderos recorridos
en cada arruga y no son viejas.
Su tez lleva marcados los besos y las lágrimas
de juventudes y senectudes entrecruzadas
y no es vieja.
Sus ojos guardan los recuerdos de otras guerras
y otros concilios en cada línea.

Sufren la desidia del abandono y están idos.
Parecen trastos inservibles
y permanecen solitarios en un rincón para no molestar.
Se olvida su belleza, se rompe su armonía
sin pensar que forman parte de la vida,
y aún son útiles.
Solamente son mayores.

El extraño visitante se ceba con ellos,
el abandono les deja débiles,
la nostalgia marca la soledad
y la bestia se apodera de su fragilidad
negándoles con la sutil crueldad, el último adiós.

Gloria Gómez

domingo, 7 de junio de 2020

EMPEZAR DE NUEVO


EMPEZAR DE NUEVO


La primavera se despide sin haber sonreído las estrellas,
el arco iris pasó de largo ante la claraboya azul
y nuevamente caminamos sobre el asfalto
con los pies descalzos,
con el temor en las venas al encuentro desafortunado.

Rostros pintados de esperanza
añoran el último proyecto depositado en el estante,
acarician el retrato del ser querido
saliendo para no volver,
rompiendo el recuerdo amargo
de una partida dividida a la oscuridad.

La desolación ha dejado el rastro
en la ensenada pintada de azul
pero sin la huella del amor paseando por la orilla,
hijos han dejado el vacío en la galería del alma máter,
el abuelo del cuento de medianoche
ya no vuelve a sosegar la niñez.

Empezar de nuevo,
queriendo que todo vuelva a brillar.

Más sin olvidar,
que en toda guerra no hay vencedores,
una vez más somos perdedores,
esta primavera no volverá
y muchos sin los seres que con ella se han ido,
sin sus trabajos, sin sus amores,
con las ilusiones en el equipaje del olvido
tendrán que cubrirse de valor y empezar de cero.

Empezamos otro recorrido,
otras letras llenarán las páginas de nuestra vida,
más lacerada por la pérdida
pero con la fuerza adquirida en la lucha diaria,
frente al mal revoloteando a su libre albedrío
delante de nuestra tez,
haciendo frente a los duelos de una noticia,
a un adiós sin palabras y sin emoción.

Empezar de cero sin mirar atrás,
sin escuchar el estruendo provocador
que en la tarde irrumpe trastocando el futuro,
sólo son secuaces de su propio error.
Vamos a elaborar  un vestido nuevo de fortaleza
ante las vicisitudes inesperadas
y el tesón sosteniendo la libertad recobrada
por cada hora de resistencia al horror.

Levantar los añicos de almas
consumidas a la desesperanza del hambre
devorando los recodos del viajero sin destino
ofreciendo un asiento de calma.
Entregar la nueva flor sin espinas esta vez
al joven desorientado tras la desventura
y la lejanía de sus voces amigas.
Empezar de nuevo la faena de la vida con osadía
sin olvidar la lágrima contenida
en el silencio de la noche,
recordando nuestra fragilidad.

Gloria Gómez

miércoles, 3 de junio de 2020

EN PRIMERA LÍNEA


EN PRIMERA LÍNEA


Aplausos dirigidos en una sola dirección,
merecida, sí,
pero tal vez por el ansia de luz
que  hay detrás de ese gesto,
la luz que pende de una salubridad,
contenida por una maldad desconocida,
o por un habitante compuesto solo de recelo
contra la multitud.
En primera línea los luchadores sin ser héroes
afanan el saber con el aprender
para encontrar un combatiente
que también les salve a ellos.

Más,  hay quien no oye los aplausos,
anónimamente reparte flores
en cartas de felicidad a los vecinos,
pocos conocen su nombre,
su energía consiste en hacer sonreír
detrás de cada puerta
con un regalo del otro lado del planeta.
El recorrido diario le lleva de pueblo a pueblo
repartiendo misivas de colores,
una sonrisa en los labios para la noche,
y algún vecino le habla con recelo
del mal que hay en la ciudad
distanciando la cortesía
como huyendo del pavor.

Un día el camino se queda sordo,
no suenan los pasos de la mensajera,
en lugar de una carta de esperanza
llega una esquela,
el mal que flota en el mundo se la llevó.

Gloria Gómez


domingo, 24 de mayo de 2020

70 DÍAS


70 DÍAS

Hace setenta días un manto oscuro cubría las calles
dejando la huella del aislamiento
y la ruptura de los abrazos,
quedando pendiente el hilo de la distancia
sin saber el tiempo del encuentro.

Nos robaba la primavera
tapando el grito de la ausencia
tras los muros de la indiferencia en algunas alcobas,
tendía el temor en la sonrisa de medianoche
al relatar la leyenda milenaria
augurando los tiempos venideros
que aportaban luz a tanta desolación.

Setenta días regocijando en la colina
el estupor de la despedida
más despiadada entre el ser humano,
rompiendo la fraternidad,
devastando el porvenir del joven
y partiendo la esperanza a los transeúntes
extendiendo la mano al recoger misivas de acogida.

Algunos quedaron en la intemperie
a la ventura fortuita de la pérdida en sus vidas,
algunos no tenían una flor
que les vaticinase una vida mejor,
otros solo esperaban la piedad acogiendo su alma
en un salón común a la podredumbre.

Los acordes se hacían himno
en pos de la energía para resistir,
y las fuerzas se aunaban.
En el momento crepuscular se frotaban las palmas
aupando el valor de la ciencia como esperanza.

El mal hacía estragos por doquier
sin omisión ni elección,
entraba por las ranuras más insospechadas
hasta la sensibilidad sutil de la mansedumbre
y muchos se preguntaban
si ello les salvaría de tanto rencor acumulado.

Poco a poco el gentío se acostumbraba a vivir con el extraño,
se aguardaba el día que la luz volvería a nuestras vidas
con el deseo de deparar un mejor devenir entre las almas.

Setenta días después,
jóvenes encontrándose de nuevo,
almas pululando por las calles adornadas de primavera,
la naturaleza cuidó nuestro espacio,
preparó el recibimiento con el mejor colorido,
el canto de las aves a veces era lo único que sonaba.

El deseo vuelve a florecer entre los colindantes,
el ansia de un encuentro lejano se adueña de la espera,
el entrechocar de las palmas aún está por llegar,
más el lienzo se prepara nuevamente
para llenar de color los días.
Setenta días de resistencia acunan nuestro retorno.

Sin embargo el forastero se ha olvidado
de llevarse el odio de algunos vecinos,
y acuñan despropósitos
manchando las calles con otro dolor
empañando la calidez de este verso.

Gloria Gómez Candanedo



domingo, 10 de mayo de 2020

GENERACIÓN MILLENNIAL



GENERACIÓN MILLENNIAL

Vosotros,
los que nacidos entre la sociabilidad
y lo académico en vuestras manos,
aún no habéis emprendido vuestro camino,
aún estáis deambulando por los recovecos del destino,
y no habéis centralizado vuestros anhelos,
a los que todavía no habéis apartado las piedras del camino,
y los que habiendo fructificado el saber
habéis cruzado océanos lejos del hogar;
aún viniendo de una cuna arropada por la libertad.

Vuestra estirpe de lucha,
de otros que quisieron decorar el mundo de saber,
salieron a la calle con sus banderas en pos de una igualdad
y un bienestar,
los que amaron hasta la eternidad un futuro bienhechor.
Aquellos que empuñaron con ahínco la voz
rompiendo el fuelle de la tiranía,
salieron a las calles entonando ¡libertad!
Y lucharon contra el polvo amarillento de sus alcobas.
El horizonte era pulir el linaje del futuro,
obsequiar con el valor a los que estaban por nacer.

A pesar de ello, vosotros,
los que habéis abierto un nuevo siglo,
recogéis una siembra manchada por incertidumbres extrañas,
robándoos los mejores años,
y la osadía de una huída hacia el frente.
En vuestros días surge la transgresión entre colosos
por el imperio de las letras,
mancillando la sabiduría
y atribulando la ciencia con la certidumbre escarnecida.
El latigazo de un sublime atropello del poder sobre el oro
vuelve a caer en la sien hendiendo el decoro
con la tropelía del hambre.

Aún sin levantar la vista al ingenio
otra ola de dolor, dicen venir de oriente,
de nombre pandemia azotando el universo,
vuelve a ensombrecer vuestros límites
y otra vez vuelve a dejaros desnudos,
sin palabras, sin adioses, sin fortuna,
despojando la brillantez de vuestros días.
Más tenéis el ímpetu de aunar fuerzas sin temor
entre vosotros y vuestro origen sosteniendo
el baluarte de la creatividad y el emprendimiento.
Cogedlo, es vuestro.

Gloria Gómez



martes, 5 de mayo de 2020

HACE TIEMPO QUE TE FUISTE,



HACE TIEMPO QUE TE FUISTE,


Hace tiempo que te fuiste,
el viento acerca al alféizar de mi ventana
el son y la chispa de tu mirada,
hoy un día de mayo hermoso por naturaleza
pero en la sombra de una amenaza,
recuerdo el mohín de una copla lejana.

Estamos consternados,
vivimos confinados ante la hiel de un desconocido
que no se deja ver, difícil de combatir.

El recuerdo me trae las historias de otros pueblos
ante las balas del odio,
la lucha por un grano de trigo en el desparpajo de la colina,
aquellos edictos tras el golpe de la sirena
llamando al concilio.
Esas leyendas salidas de tus labios en las noches
transgredidas al silencio.
Aquellos reflejos en la clara del río una luna de verano
creyendo que eran fantasmas asustando niños.
Fuiste testimonio de otras leyendas,
otras guerras y otras hambres.
Hoy el rosal ya no florece.

Me parece lejos aquel barrizal tras la tormenta
como si fuera otro mundo,
sin embargo el lodo ha vuelto a nuestras vidas con otro disfraz,
invade nuestro mundo y paraliza nuestro tiempo,
la catástrofe se hace dueña de los débiles
y despiadadamente surte de crueldad las calles.

Te fuiste hace tiempo,
tuviste tus guerras en otra era,
hoy los arrumacos se hacen eternos por lo distante de una atrocidad,
los días transcurren por el corredor de un ansia de llegar a la luz,
reconozco que esta guerra es de mi edad,
me estribo en la sabiduría de aquellas noches tras la fábula
y me doy la fuerza al sentir el sonido de tu voz.

Gloria Gómez

sábado, 25 de abril de 2020

TRAS LA VENTANA


TRAS LA VENTANA

Los días transcurren tras la ventana,
las noches también.
La vida a veces se hace fastidiosa
con la repetición de los días y también de las noticias.
A veces duele el paso del tiempo sin premura
por tanta necesidad de calma.

Las tardes siguen siendo de primavera,
largas, a veces lluviosas
y yo tengo las palabras enredadas entre los dedos,
confusas, no se atreven a salir.

Algunos rostros tras las ventanas,
apartan el gesto de la impavidez,
aún cuesta asumir la llegada
del extraño tan pernicioso.
Se pasea libremente por las calles,
los caminos o no importa qué,
mientras ha robado vidas,
algunas demasiado rápido,
sin conceder el punto de una despedida.

La distancia entre allegados es como una represalia,
la angustia se hace dueña del recorrido.
Los días de abril siguen su curso
 y también los vemos desde las ventanas.

Apenas alguien camina por las aceras,
apenas se siente el calor de los abrazos.
A veces el cristal de la ventana se enturbia
cuando vuelve a caer la noche
ante la falta de un buen indicio.

Gloria Gómez

lunes, 20 de abril de 2020

DESCONOCIDO


DESCONOCIDO


Había conocido el temblor de tantas incertidumbres,
incluso algún movimiento sísmico
en la tarde y sin avisar,
sabía del desconcierto ante la llegada de un dolor
al temblar la mirada de lo desconocido,
conocía el miedo al hambre,
sabía lo que ocurriría tras un golpe
al cerrar alguna puerta.

He sentido el temblor de la huída,
las diferentes despedidas de los allegados,
hasta el estupor del vacío de una imposible vuelta.

Sabía del cosquilleo en la primera cita,
una llamada inesperada o un azar a la sombra,
los encuentros a media noche
o la mansedumbre bajo la luna
esperando el amanecer.
Conocía el clamor de la sorpresa
entre afines y colindantes,
entre amigos y forasteros,
y también el desconsuelo de una partida.

Pero este temblor que parte la sien,
rompe el colorido despertar de la primavera,
roba los sueños trazados en el entorno,
distorsiona los afectos entre los abrazos,
deja sin aliento al que vive en soledad,
este me deja sin afeite, sin vestido
y resulta uno de los peores escalofríos en la noche,
rasgando los abismos.  

Gloria Gómez

viernes, 10 de abril de 2020

SIN PALABRAS


SIN PALABRAS


Delante de un folio blanco
siento el escalofrío de las palabras
que no quieren salir por temor a la penumbra,
los dedos se cruzan entre las letras
alborotando las frases
que se quedan en el hedor de la garganta.
Son tiempos difíciles,
tiempo de reclusión ante el espanto del dolor
allegado sobre el tejado.

Ante la hoja quiero dejar la lágrima
entrañada en la retina
faltando el impulso a salir sin saber muy bien por qué,
la inmovilidad se hace dueña del alma
y solo un deseo entreteje el único vestido.

Los zarpazos ramificados hacen eco
en algunas voces desteñidas por el desconcierto,
hay mareas que pierden el rumbo a sus orillas,
las calles desiertas parecen olvidar la muchedumbre
queriendo el aire limpio, sobrevolar la ciudad.

Rostros tras las ventanas
trasladan la mirada al horizonte
buscando el verdor que acaricie la tez,
aducen con sus cantos a los colindantes
festejando algún recuerdo
que permanecía en la turbulencia.

Cada día de esta primavera asoma al trasluz
recordando un duelo más
y una batalla más por la que luchar.
Las palabras siguen en el abismo.
Sumidas en la estupefacción de un extraño.

Gloria Gómez


martes, 7 de abril de 2020

EL EXTRAÑO


EL EXTRAÑO


Difícil sostener una estrella tras el quicio a cal y canto,
tararear una melodía entre muros férreos,
lanzar el grito en busca de la libertad perdida
o dar un solo paso hacia una incertidumbre
lejana o mantenida
en la exponencial interrogación que asola nuestros días.

Nos visita una de las peores hecatombes,
aparece sin avisar y nos coge desnudos
aún estando fortificados,
nos destapa la sien, aún estando fortalecida,
nos vapulea sin condición y sin distinción de raza o color.

Roba los sueños de muchas vidas sin temor,
trastoca el futuro de una juventud sin rencor,
rompe los moldes de una senectud acogedora,
acampa por las calles de la ciudad y los caminos
sin el otorgamiento de la ciencia.

Nadie sabe cómo surgió,
nadie conoce el origen de tan vil ser,
y es difícil combatir.
Nadie lo presentó en sociedad
y nos ha cogido desprevenidos,
sin la indumentaria necesaria
para que no traspase la frontera.

El desconcierto es unánime,
se ha llevado el valor de los abrazos,
nadie sabe si se trata de una maldición,
su acuerdo consiste en azotar sin miramiento
y hace sentir escalofrío.
Más todo esto nos recuerda
que ante la vida
todos nacemos desnudos.
La lucha continúa.

Gloria Gómez


domingo, 26 de enero de 2020

SOÑAR Y SER SOÑADO


SOÑAR Y SER SOÑADO

Un sueño para él,
haciendo vibrar la música
dentro de almas sin nombre,
que tiemblen los cuerpos al roce del ritmo,
tensando brazos y piernas,
expresando los sentidos.

Un sueño para ella,
la que fulmina sus oquedades
tras la nota en el pentagrama,
la que emite la voz a través de ondas marinas
trasvasando el océano de continentes adversos.

Un sueño, cuando se reblandece el pulso
ante viejas canciones
evocando el primer beso
a la postre de un nuevo amanecer.
Cuando las piernas aún sostienen pilares de esperanza
entre muecas de travesía,
los abrazos se extienden alrededor de la cintura
uniendo hemisferios
y las tardes se ofrecen cálidas.

Una voz candente haciendo ecos
en el valle de las emociones,
al reencuentro de una taza de café,
evocando la partida de otros peregrinos.
Voz soñada
rememorando juventudes lejanas
antes de sopesar el llanto en la cuna
cada medianoche de olvido.
La voz  hace eco entre millares de aplausos,
transmite estremecimientos en la pista de baile
la tarde más seductora,
desprende el brillo entre lágrimas
al entornar la puerta del adiós,
levanta pasiones
al contemplar el retrato de una promesa
bajo la estrellas.

La voz se hace hueco
entre el latido inolvidable de una noche
entre el aplauso multitudinario
al pactar el siguiente estruendo,
al convenir el sucesivo porte en la suma de los días,
al forjar el entrañable deseo de soñar.

La sintonía levanta pasiones entre los viandantes,
templando músculos al abrazar al vecino,
destapando entuertos entre los colindantes,
allanando rivalidades en la eterna melodía,
al despertar de nuevo, tras romper cadenas de tiranía.
La nota sublime en lo profundo de la garganta,
enaltece soñar,
soñar y ser soñado,
arrastrando masas al encuentro,
aunque el sueño desvanece
tras las soledad detrás del estrado.

Gloria Gómez  
Enero 2020


miércoles, 15 de enero de 2020

LAS DOCE CAMPANADAS



LAS DOCE CAMPANADAS


El frío llama a la puerta,
nuevamente
las doce campanadas
marcan el final de un día,
un año,
esta vez el frío metal sintoniza la partida
avivando el recuerdo de una noche
alrededor de una lágrima
al derramar la veracidad de la despedida,
una vez más las doce campanadas
sellan el olvido de la promesa rubricada
en el acta regia.

La noche más larga
entre cantos al final de la página,
viene a dar el toque que se pierde en el viejo sendero
recordando los momentos desabrigados
rogando que la nueva luz
venga a romper las ligaduras
a desencuentros infortunados.

Todo el recorrido de un año
se recoge en doce campanadas,
en un solo reloj, en un solo brindis al deseo,
una sola canción y un solo verso.
La vida en doce fracciones de tiempo
se ampara en el abrazo bajo el solsticio
a la espera de la nueva escritura. 

Los corazones alzan el gemido
ante la despedida de tiranías inicuas,
en cada rincón se traza la parábola ascendente
hacia mejor rumbo,
fundiendo en el chasquido del cristal
la nueva estrofa.

Doce campanadas
sellan las sílabas del amor y del dolor,
doce sones para el triunfo y el fracaso,
doce toques por los que se van
y los que regresan al umbral de la ternura.

Más aún quedan almas a la intemperie,
reclamando el desgarrón más bello.
Aún quedan almas con los sueños hechos pedazos,
las tropelías del poder siguen arruinando futuros
antes de proferir el primer ensueño.

Doce rumbos en cada señal
entrañan la melodía,
en cada sabor se deshace la hiel más profunda
o se reclama la dulzura de la luna, 
doce resuellos componen los hilos
que unen la distancia de una palabra convexa
o mutilan la irreverencia de alcobas en la sombra.

Doce renglones se abren a la senda
que cada uno señalará en su cuartilla
o doce que se apagan
sin haber satisfecho la misiva del reloj.

Más aún quedan almas
bajo el calor del último cartón,
viendo el tráfago tras el humo del cigarrillo prestado
y topando la sien doce sonidos
por cada fracción de propósitos olvidados,
cada prodigio fracasado, cada desdicha.

Tras el último sonido
se abre la nueva oportunidad,
se enciende el pulso de la primera corchea
abriendo el reto a la reflexión…
sin dejar de soñar.

Gloria Gómez Candanedo