MADRID, VILLA Y CORTE
Ciudad hospitalaria,
elevada en confluencias
palaciegas y campestres
alegre en la pradera
alrededor de la ermita,
cuando el gentío tararea
canciones de romería.
Austera al pie de
serranías colosales
cuando circulan
reverenciados carruajes.
Abres tus brazos a reyes y
mendigos
acoges en tu seno a príncipes
y labriegos
engalanas tus calles con
banderas de otros reinos
y recibes tanto a soldados
leales
como a extraños del otro
lado del océano.
Por tus calles afluyen
mareas jadeantes de dolor,
y ofreces asilo a rivales
y coligados contingentes
-sin apenas disentir del
albedrío profanado-
a las puertas de sedes
disuasorias en escenas de suplica.
Ciudad señorial a los pies
de la corte
gimen sus entrañas ante
desazones pasajeras,
dejando estela entre sus
pobladores castizos.
Ciudad abierta a culturas
viajeras,
esparce sones entre
organillos y viejas corralas
clamando azules a sus
arraigados moradores.
Jardín abierto a corazones
despedazados
por abominables litigios,
irrumpen por tus arterias
voces de desconsuelo
adentrándose hasta el fondo
suplicando manteletes
galardonados;
y tu sostienes la carpa de
futuras correrías.
Paseos y plazas esperan la
comitiva de palmas
a distintos consejeros
rompiendo fronteras
entre alcázares y chozas.
Fuentes y rosales
envuelven a viajeros entre sones y aromas
y les entregan el manto de sencillas venturas.
Cosmopolitas tus calles
cada domingo
entre rastros y gritos de
goles ante las fuentes de los dioses,
galanes y comediantes
amenizan plazas y palestras
entre ofrendas y bandas de
múltiples linajes.
Así amalgamadas batallas
de la villa y corte perdurables
quedan enmarcadas en los
encalados murales del pintor,
así palacios de dispares
estirpes y corralas de encepada casta
en rúbricas de pergaminos de
juglares y poetas
han ido señalando paso a
paso la verdadera historia
de una generosidad
abundante sembrada
entre la muchedumbre
galante de la ciudad.
Gloria Gómez Candanedo
Cuadro: "La pradera de San Isidro" de Francisco de Goya
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