domingo, 7 de mayo de 2023

POEMA MADRE

 


POEMA MADRE

 

Cuando aparece el requiebro

y la noche cae a plomo,

siento la necesidad del arrumaco pertinente,

dibujo el rostro y la palabra precisa,

asomo al cielo buscando la estrella con tu nombre

y me visto con la vehemencia de un proferir

señalando el punto a seguir

como si fuera el último pétalo

cayendo en el rastro diseminado

con el arrojo envuelto en la seda de tus yemas.

 

Cuando una voz sobresale de mis venas

clamando amparo,

el sentir desnudo,

el frío erizando la piel,

retomo el verso que acompasa la tarde

insinuando tu luz, tu fuerza y tu aliento

cada vez que el tiempo de ternura lo requiere.

 

Las horas envueltas en naipes de la fortuna

recobran atuendos subyugados al recuerdo

a veces lejano y otras caminando

entre los gestos de la mañana

y los movimientos enlazados a rumbos nocturnos

aludiendo el último señuelo.

 

Los días siguen sin olvidar el olor a pan recién hecho,

sin sopesar lo ardiente de una sublime caricia

cuando el retorno al origen envuelve mi silueta.

La necesidad de un halago

asoma a la impronta niñez

en la flaqueza de algún entuerto

tambaleando el ritmo de mis pasos,

invocando aquella fuerza emanada

de la dulzura y firmeza de una justa palabra

como el arraigo para sobrellevar lo difícil

de un derrumbe al abismo. 

 

Cuando el gesto cristalino me rodea

recordando la desfachatez imberbe,

y el tiempo va hollando en el esplendor anhelado,

la símil melancolía ensordece la memoria

recobrando la calma de un regazo,

extendiendo el brazo

a circundar la armonía dilucidada

con la tenacidad aprendida

en una sílaba de consuelo,

abrazando a la vez otros cuerpos,

otros rostros y contoneos

mostrando la cadencia

en el intervalo de los días.

 

A veces añoro la fortaleza

con que implorabas al destino una luz suficiente

para emprender la osadía sustraída,

a veces al decaer en la fragua del azar,

aludo en ese verso

rescatando la quietud para mis venas,

y la placidez del saber venerado.

 

Gloria Gómez Candanedo

Cuadro: "Madre e hijo" de Joaquín Sorolla

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