EN LA SOMBRA
Sí: tú me buscas.
A veces en la noche yo te
siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres palpar,
y el alma se me agita con
el terror y el sueño,
como una cabritilla,
amarrada a una estaca,
que ha sentido la onda
sigilosa del tigre
y el fallido zarpazo que
no incendió la carne,
que se extinguió en el
aire oscuro.
Sí: tú me buscas.
Tú me oteas, escucho tu
jadear caliente,
tu revólver de bestia que
se hiere en los tronos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca,
sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que
sin rumor sse invierte en el agua salobre.
Sí: me buscas.
Torpemente, furiosamente
lleno de amor me buscas.
No me digas que no. No, no
me digas
que soy náufrago solo
como esos que de súbito
han visto las tinieblas
rasgadas por la brasa de
luz de un gran navío,
y el corazón les puja de
gozo y de esperanza.
Pero el resuello enorme
pasó, rozó, lentísimo, y
se alejó en la noche,
indiferente y sordo.
Dime, di que me buscas.
Tengo miedo de ser náufrago
solitario,
miedo de que me ignores
como al náufrago ignoran
los vientos que le baten,
las nebulosas últimas,
que, sin ver, le contemplan.
Dámaso Alonso
22 de octubre de 1898
Madrid
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