ANTES QUE LLAMARA Y LA CARNE ME
ABRIESE…
Antes que llamara y la
carne me abriese,
que mis líquidas manos
golpearan en el vientre,
yo, que era entonces
informe como el agua
que formaba el Jordán
junto a mi casa
era hermano de la hija de Mnetha
y hermana del gusano que
gestaba la vida.
Yo que era sordo ante la
primavera y el verano,
que no sabía los nombres
de la luna y el sol,
ya sentía el latido bajo
la armadura de mi carne,
aunque existía sólo en
forma de infusorio,
veía las palomitas
estrellas, el martillo lluvioso
que mi padre balanceaba en
su cúpula.
Conocía el mensaje del
invierno,
los dardos del granizo y
la nieve pueril
y el viento era mi hermana
pretendiente;
en mí saltaba el viento,
el rocío infernal;
y mis venas fluían con los
climas de oriente;
antes que me engendraran
supe el día y la noche.
Antes que me engendraran
ya por cierto sufría;
el potro de tortura de los
sueños
enroscaba mi osamenta de
lirio
en una cifra viva,
la carne era cortada para
cruzar los bordes
de las horcas en cruces
sobre el hígado
y las zarzas de los
cerebros estrujados.
Mi garganta conocía la sed
antes de la estructura
de vena y piel alrededor
del pozo
donde palabras y agua se
entremezclan
sin pausa alguna, hasta
pudrir la sangre,
mi corazón conocía el
amor, mi vientre el hambre;
al gusano yo olía entre
mis propias heces.
Después el tiempo envió a
mi mortal criatura
a derivar o ahogarse en
los océanos
habituados a la aventura
de la sal
en las mareas que jamás
tocan las orillas.
Yo que era rico, me hice más
rico aún
sorbiendo poco a poco el
vino de los días.
Nacido del espectro y la
carne, no era espectro
ni hombre, sino espectro
mortal.
Y luego me abatió la pluma
de la muerte.
Fui mortal hasta el último
suspiro prolongado
que llevó hacia mi padre
el mensaje de su agónico
cristo.
Tú que te inclinas en la cruz
y el altar
acuérdate de mí y apiádate
de Aquel
que mi carne y mi sangre
tomó por armadura
y llegó a traicionar el
vientre de mi madre.
Dylan Thomas
27 de octubre de 1914
New York – Estados Unidos
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