OTOÑAL
Hoy
tengo el alma dolorida y sola…
Siento
el otoño que hasta mí se acerca,
con
el ensueño de sus horas grises,
con
la nostalgia de sus tardes muertas,
de
aquellas tardes que agonizan, cortas,
entre
el quejido de las hojas secas.
Llega
el otoño y el otoño es triste
porque
el verano morirá en sus nieblas
como
un reflejo de la vida humana
¡la
vida propia!... que fugaz se aleja
con
el recuerdo de una luz de estío
y
un sol de primavera.
Llega
el otoño, volarán sus días
forjados
por las horas soñolientas
con
el despojo de las verdes ramas,
de
esas ramas que pronto amarillean,
y
cubrirán el suelo con su alfombra
que
cual sudario envolverá la tierra.
Y
bajo un cielo sin color ni luces,
caerá
la lluvia silenciosa y lenta,
la
lluvia triste que la luz no anima,
que
el piso encharca y que las almas hiela.
¡Grave
estación! Que a meditar convidas,
próximo
otoño que mi musa acecha;
si fuese solo tu callado llanto
el
que avivase en mi sentir la pena,
tal
vez amara tu quietud doliente,
tal
vez cantara tu hermosura seria
y
el ritmo de tus días
dormidos
en la paz de la tristeza.
Mas
¡ay!, que en pos de ti vendrá el invierno,
tu
mano helada le abrirá la puerta;
no
me importa el pasado que tú lloras,
me
espanta el porvenir que se te acerca…
¡Es
el invierno!, que silente avanza,
que
sin cesar acorta su carrera.
¡Tengo
miedo!... no sé… pero en su seno
hay
lejanos rumores de tormenta.
Cristina
Arteaga
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