AQUELLAS SOPAS DE AJO
Ha llegado el
sabor de las sopas de ajo
en el amanecer
de los presidios.
Por la
tristeza de las galerías
hay un rumor
de pies y de bocas hambrientas
hacia los
patios de las formaciones.
De negros
pozos sube el vaho fétido.
El sabor de la
sopa en cada lengua
como una
comunión sacrílega. Revuelve
los estómagos
sucos. A esto sabe
el rencor de
los otros y la sangre
perdida. Es el
sabor de la denuncia.
Es el sabor
del miedo y la derrota.
No es un
espejo el alba macilenta
por la tierra
entre llanos
que aún
cuartea la helada.
No nos vemos
el hueco de la boca
hacia el sabor
del odio
digo el de
sopas de ajo entre fusiles.
Leopoldo de
Luis
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