jueves, 22 de diciembre de 2022

TODOS FUIMOS LEGIONARIOS

 


TODOS FUIMOS LEGIONARIOS

 

Decid de mi algún día: no estuvo en las trincheras,

pero escuchó el tronar de los cañones

contra los muros almenados,

y la explosión de las granadas.

Su espíritu clemente

combatió y en verdad estuvo allí.

 

El día en que una lluvia de luceros

carnívoros y crueles fue arrojada

sobre los muros de Hiroshima,

todo su impacto y su impiedad sufrí.

 

Y al disiparse aquellas nubes ácidas

y aclarar en los cielos y los montes,

entre un ciclón de ruinas y cadáveres

mi cuerpo incinerado estaba ahí.

 

Contad que estuve en todos los campos de batalla,

mas invisible en las trincheras fuí.

La sangre fría, el suero de las úlceras

y el llanto de los mártires bebí.

 

Sudé en silencio lágrimas antiguas.

Ya el llanto de los hombres no es así.

 

Legionario de aéreas barricadas,

las viejas catedrales defendí.

 

Contad esto que os digo y que pudiera

ser la verdad de lo que yo sentí:

no haber estado nunca en las trincheras,

y sin embargo cómo combatí.

 

Estuve en las Ardenas y en Cherburgo,

y en Inglaterra bombardeado fui.

 

Y aquel día en que huyeron sus ejércitos

en Dunquerque, entre lágrimas partí,

y el día en que tornaron invasores

a defender la libertad, volví.

 

En uno de esos campos de batalla,

catead la tierra, por si estuve allí.

meted la punta de la espada al fondo;

y si tocáis un cuerpo sepultado,

por un segundo meditad en mí.

 

Pudieran ser mis huesos, mi carroña,

lo que se pudre abandonado ahí.

Clavad entonces una bayoneta

sobre ese promontorio sin ventura,

cual otros que en Italia conocí,

y ponedle la gorra de un soldado,

o algún recuerdo que perdure aquí.

 

¿Quién se pudre allá abajo? ¡Quién lo sabe!

¡Un compañero, como tantos vi!

Tal vez un héroe incógnito, o yo mismo

que fui un hombre de paz… y combatí;

que no estuve jamás en las trincheras,

y sin embargo cómo padecí.

 

Nadie supo mi nombre. El mundo ignora

cuanto es pequeño. Referidlo así.

 

Germán Pardo García

Del libro: “El defensor”

Cuadro: "la Rendición de Breda" de Diego Velázquez

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