domingo, 26 de noviembre de 2023

¿RECUERDAS?

 


¿RECUERDAS?

 

 

¿Recuerdas?... tú no recuerdas

aquellas tardes tranquilas

en que en la vereda angosta

que conduce a tu casita

plegaban a tu contacto

sus hojas las sensitivas

como al poder misterioso

del amor tu alma de niña…

en la oscuridad pasaban

las luciérnagas cual chispas

que bajo la yerba espesa

nuestros dedos perseguían

¡Así también en las horas

de mis años de desdicha

cruzaban por entre sombras

mis esperanzas perdidas!...

 

¿Recuerdas?... tú no recuerdas

la cruz de mayo que hicimos

con violetas silvestres

y con sonrosados lirios

bajo el frondoso ramaje

de tu árbol favorito.

Como una lluvia de perlas

sobre blanco raso níveo

brillaba por los […]

en las hojas del rocío!

Y los pájaros cantores

hicieron cerca sus nidos…

después pasé una mañana

y vi tu ramo marchito

como mi pasión ardiente

por tu infamia y tus desvíos.

 

¿Recuerdas?... tú no recuerdas

más de esa noche amorosa,

la lumbre de tus pupilas,

el aliento de tu boca

entreabierta y perfumada

como un botón de magnolia,

los murmullos argentinos

del agua bajo las frondas,

el brillo de las estrellas

y las esencias ignotas

que derramaron los genios

en las brisas cariñosas,

quedaron como una huella

que el tiempo leve no borra

¡Ay! para toda la vida

¡Escritas en la memoria!

 

¿Recuerdas?... tú no recuerdas

pero yo, cuando levanta

el crepúsculo sombrío

del fondo de las cañadas

y las tristezas inmensas

de lo profundo del alma

al pasado fugitivo

tiendo la vista cansada

y nuestra historia de amores

hacia mí tiende las alas.

¡Cuando en las horas nocturnas

cabe el esposo que te ama

tu agitado pensamiento

tenga segundos de calma

de aquella pasión extinta

¡Jamás te acuerdes, ingrata!

 

¿Recuerdas?... tú no recuerdas

la tarde aquella en que juntos

bajamos de la colina,

tus grandes ojos oscuros

se anegaban en los rayos

sonrosados del crepúsculo

y tu voz trémula y triste

como un lejano murmullo

me hablaba de los temores

de tu cuerpo moribundo!

Si hubieras entonces muerto

cómo amara tu sepulcro

ahora, cuando te veo

feliz gozar de tus triunfos.

¡Tan sólo asoma a mis labios

una sonrisa de orgullo!

 

José Asunción Silva

27 de noviembre de 1865

Bogotá – Colombia

 

 

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