DAME TU LIBERTAD…
Dame
tu libertad.
No quiero
tu fatiga,
no
ni tus hojas secas,
tu
sueño, ojos cerrados.
Ven a
mí desde ti,
no
desde tu cansancio
de
ti. Quiero sentirla.
Tu libertad
me trae,
igual
que un viento universal,
un
olor de maderas
remotas
de tus muebles,
una
bandada de visiones
que
tú veías
cuando
en el colmo de tu libertad
cerrabas
ya los ojos.
¡Qué
hermosa tú libre y en pie!
Si tú
me das tu libertad me das tus años
blancos,
limpios y agudos como dientes,
me
das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero
sentirla como siente el agua
del
puerto, pensativa,
en
las quillas inmóviles
el
alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
vuelo
parado,
igual
que en sosegado soto
siente
la rama
donde
el ave se posa,
el
ardor de volar, la lucha terca
contra
las dimensiones en azul.
Descánsala
hoy en mí: la gozaré
con
un temblor de hoja en que se paran
gotas
del cielo al suelo.
La quiero
para soltarla, solamente.
No
tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad
te guarda para mí.
La soltaré
otra vez, y por el cielo,
por
el mar, por el tiempo,
veré
como se marcha hacia su sino.
Si su
sino soy yo, te está esperando.
Pedro
Salinas
27
de noviembre de 1891
Madrid
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