EL AMANUENSE
Buenas tardes.
En nombre de la Editorial Grupo Cero de
Madrid, nos reunimos aquí en esta Casa de León, que tan bien nos acoge,
agradeciendo la posibilidad de presentar dos últimos libros de Carlos
Fernández.
Uno de poesía “El Amanuense” y el otro de
pintura ”Estambres y Pistilos, éste último acompañado de algunos poemas.
El Amanuense de 65 poemas, alguno de ellos en
prosa, y un prólogo de Carmen Salamanca.
El Amanuense, históricamente, era una persona
que tenía por oficio escribir a mano, copiando o pasando a limpio escritos
ajenos o escritos que se le dictan, pero sin dar fe de ello, era la diferencia en
el caso de los Tribunales, entre Amanuense y Escribano, que este sí daba fe. En
este libro el Amanuense es Carlos Fernández y lo que le dicta es la poesía, por
lo tanto, aquí sí da fe de ello.
Este es su sexto libro de poesía en el cual
sube un peldaño más en su escritura respecto a su anterior libro “La máquina
del tiempo”, el que ya había demostrado un salto de altura con respecto a los
anteriores. Su escritura llega a todos los públicos y a todas las edades,
aunque parezca sacada de la ciencia, su sencillez alcanza jugando con la
metáfora y la metonimia, haciendo una llamada en el poema “La poesía resucita a
los vivos” el cual invita a leer antes y después de hablar, antes después de soñar, y así despertar el deseo.
Consta de tres partes, la primera “Secretos de España”, hace un recorrido histórico
de un país que ama, con las vivencias y recuerdos de un pasado, sacando el
sentir profundo de una contienda, el dolor, la rabia, la ira, la verdad oculta,
la tortura y sobre todo el miedo a reconocer los hechos por una parte y por
otra, las gentes que sufren y callan. Así un cráneo simboliza el enigma que con
sus sombras; hambre, amor y guerra, pide que se le escuche y se ponga nombre. Sin
olvidar la ironía ante la plusvalía de la generosidad nos invita a evocar que
un pueblo de poetas bajo las perseidas, talla cabezas, ubica piedra, conversa,
escucha a sus mujeres, recita o canta, abraza la sabiduría, espera los frutos
del trabajo, que un pueblo de poetas yace en la almohada y con sus manos va
generando tiempo a través del pacto con la vida desechando guerras y farsas al
sostener puentes de otros versos donde la sabiduría descansa.
El amanuense también relata algunos cuentos
con ilustración y esperanza yendo del viejo lagar y la nueva almazara a los
sueños trazados en el pentagrama postrero “Del lupanar a cabaret”. Otros cuentos
denuncian barbaries sin justificación por el viejo camino del cementerio hacia
el molino dejando la palabra en la canción del pueblo a la luz del cigarro.
En otros hitos de ésta primera parte, pide que
a los jóvenes la verdad sea dicha creando esperanza, que de las nanas en las
riberas salgan ellas, dueñas y esclavas, audaces y locas, dulces y apasionadas
siendo las autoras del amor. Sin olvidar que algunos fragmentos de nosotros son
nuestras huellas, el negativo revelado del trabajo, la militancia de la sangre
proyectando la desconocida cifra que nos sostiene la libertad bajo la templanza
del amor.
La segunda parte “Poetas en tiempo de pandemia”, nos refiere una historia más
cercana, que al escribir la trasmite al futuro sin carecer de respuestas y por
supuesto con muchas preguntas, pero sin olvidar la solidaridad del pueblo que no
cede en su deseo ya que ¡nadie es inmune
a la herencia recibida!.
En esta segunda parte el amanuense sigue
teniendo en cuenta el amor y el trabajo en la gente llana, la voz del pueblo y
los poetas como muestra en varios poemas dedicados a la amistad, el amor, el
trabajo, la cultura, la ciencia, la pintura, la música, el recuerdo, la
familia, los jóvenes, los cercanos, culminando “En un solo verso un hombre, en un solo verso un hombre” dedicado al
director de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero (Menassa). Todo
ello desde la sencillez cultivada en la maestría de la escucha y Ella, la
poesía, la reina y soberana que legisla la tarea imposible a la que una carta de
amor sin fecha, ni firma, el amanuense la hace universal al decir:
“Hay un saber que nada olvida y en los recuerdos
la
bandera mantiene erguida la estatura del poema.
Busco
en tus labios el hombre que me habita,
en
los besos tiemblo lo necesario, antes del abordaje.
Después
persiste el misterio del próximo renglón
y
cada noche la luna nos miente.”
Un poema del intermezzo recordando que hubo un
antes y hay un después. Para terminar esta parte con una prosa poética
cumpliendo una edad que es posible y festejarlo, un trabajo.
En la tercera parte “Añeja costumbre”, aparece Ella en casi todos los poemas, Ella
representa la poesía, (disfrazada de mujer, de ideal, de deseo, de recuerdo…) aparece
en los sueños de papel como la poesía ignífuga perdurando en el tiempo, en
estampas de niñez paliando las cicatrices de la vida. Ella, la poesía levanta a
la mujer dándole voz y verso. En esta parte aparecen versos románticos, el amor
y el deseo tienen un papel importante jugando con el erotismo en varios poemas
de manera delicada, sensual y una esmerada sutileza. En algún poema el amante
del presente y la diosa del tiempo, dialogan, jugando con la duda del ¡quizás, quizás, quizás!, a ritmo de
banderolas a la sombra del bambú rodeando las caracolas y la cintura exacta del
declive dorando el atardecer, en un mar de cuevas, arena y recovecos bajo la
fortaleza de Poseidón.
La erótica del amor toma su lugar en esta
tercera parte en poemas como “Poema 365,
Seguimos amando la noche o Pido flores para tus años”.
Ella,
la poesía, también agazapada en el deseo de alcanzar una meta y saltar los
obstáculos llegando a la salvación, llega preparando nuevas ediciones.
Podría seguir mostrando más matices del libro
pero mejor que ustedes lo lean.
Hasta aquí El Amanuense, nos muestra su amor,
su trabajo desde la humildad y la sencillez, con una grandeza y una maestría
adquirida con el tiempo dedicado a la función de leer y escribir, con el afán
de llegar a tocar el alma del que lea sus páginas y Carlos Fernández bajo la
piel de El Amanuense nos muestra la historia de los poetas y los pueblos con gran
delicadeza, más sin reservas.
Enhorabuena por este gran libro.
ESTAMBRES Y PISTILOS
Este es el primer libro de pintura de Carlos
Fernández, consta de 46 óleos acompañados de 23 poemas, y un prólogo por él
mismo.
Algunos cuadros aparecen en las diapositivas
que ustedes están viendo hoy aquí.
Desde mi humilde opinión, tomo un aforismo de
Miguel Oscar Menassa para decir unas palabras de este libro. “A mí, la poesía me lo permite todo”, es
decir: en este libro de pintura aparecen unos poemas acompañando a algunos
cuadros, en los cuales se permite poner el color, la forma, el estilo con
palabras que a su vez éstas se manifiestan dando ritmo, alma, color y vida al
cuadro. Y la poesía permite sobre el lienzo o la hoja en blanco toda libertad
de expresión y de significación, aquí en este caso. El arte despierta los
sentidos gracias a la función poética, así como la pintura atrae la mirada, la
música el oído, la poesía la voz, incluso la piel, el aroma….
En los cuadros vemos también el estilo del
autor en colores vivos, aunque sean facsímiles, y expresión rítmica como si
estuvieran en movimiento cuando se ven como si el cuadro nos mirase, si a esto
se le añade una historia en palabras o una descripción de la mirada, la voz y
el alma del cuadro pareciera que nos envolviéramos en la escena por el
significante que de ellos se desprende.
Vemos el gusto del autor por lo abstracto en
sus cuadros propios y alguno figurativo, y el estilo que elige para sus facsímiles
en pintores como Dalí, Picasso, Matisse, José de Togorés, Kandinsky, y otros
que no aparecen en el libro como Chagall, a los que toma como maestros.
Enhorabuena también por este libro que sea el
primero de otros muchos.
Gracias Carlos, maestro.
Gloria Gómez Candanedo
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