EL ENGAÑO A LOS OJOS
Con qué nobleza se
revuelven
todos juntos esos
muchachos
y claman por una
justicia
perturbando,
vociferando,
tan inocentes los
carrillos,
tan fieros el porte y
los pasos,
con la mirada en
dirección
de un porvenir
extraordinario,
pero a la vista
ahora, ahora,
presente ya sobre el
asfalto
de las calles
estimuladas
por los rumores
calculados
de esa tan filial
muchedumbre,
coro de gargantas y
brazos,
crédulamente fiel y dócil
--Candor por alud—al dictado
de los mayores en
edad,
en crueldad y en
aparato,
aún carceleros de una
cárcel
donde todo queda
murado,
sin salida a ningún
futuro:
ni a ese que van
anhelando
los que, por fin,
desfilan, jóvenes,
magníficos, frente al
tirano.
Jorge Guillén
18 de enero de 1893
Valladolid
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