DE OTOÑO
Yo sé que hay quienes
dicen: ¿por qué no canta ahora
con aquella locura
armoniosa de antaño?
Esos no ven la obra
profunda de la hora,
la labor del minuto y
el prodigio del año.
Yo, pobre árbol,
produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a
crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de
la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán
mover mi corazón!
Rubén Darío
18 de enero de 1867
Metapa – Nicaragua
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