lunes, 20 de enero de 2025

VOY A CONFIARTE, AMADA...

 

VOY A CONFIARTE, AMADA…

 

Voy a confiarte, amada,

uno de los secretos

que más me martirizan. Es el caso

que a las veces mi ceño

tiene en un punto mismo

de cólera y esplín los fruncimientos.

O callo como un mudo,

o charlo como un necio,

suplicando  el discurso

de burlas, carcajadas y dicterios.

¿Qué me miran? Agravio.

¿Me han hablado? Zahiero.

Medio loco de atar, medio sonámbulo,

con mi poco de cuerdo.

¡Cómo bailan en ronda y remolino,

por las cuatro paredes del cerebro

repicando a compás sus consonantes,

mil endiablados versos

que imitan, en sus cláusulas y ritmos,

las músicas macabras de los muertos!

¡Y cómo se atropellan,

para saltar a un tiempo,

las estrofas sombrías,

de vocablos sangrientos,

que me suele enseñar la musa pálida,

la triste musa de los días negros!

Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías

de soñador neurótico y enfermo!

¿Quieres saber acaso

la causa del misterio?

Una estatua de carne

me envenenó la vida con sus besos.

Y tenía tus labios, lindos, rojos

y tenía tus ojos, grandes, bellos…

 

Rubén Darío

18 de enero de 1867

Metapa – Nicaragua

 

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