CONFESIÓN
¿No ves? Yo soy la
angustia, la perversa inquietud.
Sacudo brutalmente tu
vida suave y quieta.
En tu remanso claro
soy la dura tormenta,
que todo lo empuja,
lo azota, y los arrasa:
soy así de mal
¡aunque no lo quiera!
Tengo algunos días de
extraña dulzura.
Florezco lo mismo que
una Primavera,
y soy simple y dócil,
y sumisa y riente,
y apacible y buena.
Me torno alegre y
pura,
y sencilla, como
cuando era pequeña.
En estos días
luminosos
todas las horas son
serenas.
Pero esto pasa pronto…
pero esto pasa pronto…
Hay un fuego que
corre por mis venas,
y reduce a ceniza mis
mejores deseos
y mis alas ligeras.
--Las alas que me
ascienden, victoriosas,
hasta las nubes y las
claras estrellas--.
La inquietud es
entonces
mi sola compañera,
y una fuerza
misteriosa me tortura,
me rinde, me
aniquila, me doblega,
y es cuando sufro, y
grito, y lloro, y rujo,
y soy salvaje lo
mismo que una fiera.
En estos días sombríos
todas las horas son
negras.
¡Y qué quieres! Ya siempre
seré así:
complicada, enigmática
y compleja,
y he de sembrar en
todos tus caminos
simientes de
tristeza.
Amado: no me busques
sensible, mi amante,
déjame quieta,
hundida en este piélago
insondable
de mi existencia.
Son ásperas mis
manos, marchitas de cansancio,
y las tuyas son
finas, nevadas azucenas…
Ana María Martínez
Sagi
16 de febrero de 1907
Barcelona
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia