NO
¿Cómo quieres que
deje mi vida entre tus manos
y mi jardín de sueños
y mi luna y mi rosa?
¿Cómo quieres ponerle
orillas a este río
que corre libre y
ancho desde que yo naciera?
Me brindas una dulce esclavitud
antigua,
dentro de tu palacio
con su escudo y su torre,
y lo que necesito es
un campo de trigo
por sonde se
revuelque mi verso desbocado.
Quieres que esté
pendiente de tu traje de novia,
de tu escote redondo y tus manos sin sangre,
de las rancias
visitas que vienen a tu casa
y de la barahúnda de
tus antepasados.
Y yo estoy con mi
nardo, con mi copla y mi vino,
con la muchacha
alegre que vende las naranjas,
con el niño pequeño
que pide la limosna,
y con el árbol que da
sombra a los pájaros libres.
Estaría una semana besándote
la mano,
elogiando marfiles y
mirando vitrinas,
y de pronto, una
noche, llegaría mi viento
a romper miniaturas y
abanicos de encaje.
Mi verso es como un
toro colorado y terrible
que no aguanta ni el
hierro de la ganadería,
y que lo mismo baja a
beber al arroyo,
que anda leguas y
leguas hasta encontrar los mares.
Yo vivo en una choza
de cartón y de nubes,
con un pino y un
monte y un aljibe de sueños.
Cuando quiero un
castillo, me vuelvo medio loco
y arquitecto de luna,
lo construyo en el aire.
Rafael de León
6 de febrero de 1908
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