LAS CAMPANAS
Yo las amor, yo las
oigo,
cual oigo el rumor
del viento,
el murmurar de a
fuente
o el balido de
cordero.
Como los pájaros,
ellas,
tan pronto asoma en
los cielos
el primer rayo del
alba,
le saludan con sus
ecos.
Y en sus notas, que
van prolongándose
por los llanos y los
cerros,
hay algo de
candoroso,
de apacible y de
halagüeño.
Si por siempre
enmudecieran,
¡qué tristeza en el
aire y el cielo!
¡Qué silencio en la
iglesia!
¡Qué extrañeza entre
los muertos!
Rosalía de Castro
23 de febrero de 1837
Santiago de
Compostela (A Coruña)
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