RIMA XXIV
Dos rojas lenguas de
fuego
que a un mismo tronco
enlazadas
se aproximan, y, al
besarte,
forman una sola
llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano
arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se
abrazan;
dos olas que vienen
juntas
a morir sobre una
playa
y que, al romper, se
coronan
con un penacho de
plata;
dos jirones de vapor
que del lago se
levantan
y, al juntarse allá
en el cielo,
forman una nube
blanca;
dos ideas que al par
brotan;
dos besos que a un
tiempo estallan;
dos ecos que se
confunden;
eso son nuestras dos
almas.
Gustavo Adolfo
Bécquer
17 de febrero de 1836
Sevilla
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