viernes, 2 de mayo de 2025

RECACHA

 


RECACHA

 

Aquí estaba, sentada

en la recacha, así de así, encogida,

acurrucada al sol

la abuela.

Esto era amor. Aquello.

Un tiempo

de negro y de ¡Señor, lo que se inventa!

ponía en derredor de su pequeño

mojoncito huesudo nuevos rostros

mocosos, y otra arruga,

eterno mosquerío, y más sumida

la desdentada boca, tiestos con geranios,

y no recuerdo nada ¡esta cabeza!

Una como ternura

caldeaba el acoso de las lajas.

 

Mano seca en las cejas protegiendo

del sol, gracia divina, los ojos derretidos.

Vencido estar, joroba, a punto casi

de un crujido y ya está. Dios la reciba.

 

Aquí el mosquero, largos

papeles de colores;

aquí la zafa, el pie no se mejora,

agua de sal, la panza

de la jofaina desconchada.

Esto

era también amor, digo, miseria;

amor, digo, violencia. No lo supo.

¡Qué tiempos!

La jarapa

alpujarreña en las rodillas, negro

pañolón, ay el luto

descolorido, negro

refajo, en Cuba mismo lo enterraron.

 

Y más. Ochenta y tantos

años milenios en la costra yunque

de esta tierra, forjando

para qué su cansada reciedumbre.

Y una ignorancia añeja

que le tapaba el hambre con sudados

escapularios; que agostaba en brote,

lo ha dispuesto el Señor, la rebeldía.

 

Aquí la abuela niña, y un suspiro,

zurciendo eternamente, remendando,

y otro suspiro, cocinando, y otro,

los despojos, pasando

las cuentas del rosario.

Esto era

también amor. Y era

desprecio.

Somos pobres.

Y abandono.

 

Ya de tarde, lo lejos se tensaba

con un duro rasgueo

de cómplices guitarras.

Lo recuerdo.

 

Rafael Guillén

27 de abril de 1933

Granada

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