SERENATA
Verdad que la mujer
tiene siempre deseos
¡Oh rito
infranqueable la mujer tiene brazos!
Con frecuencia la
miro deseando comprenderla
cuando zumba el ataúd
diurno del amor.
La corriente de sed
se aplaca en sus dos pechos
la mujer con su
costra de silencio se embarca
en una triste y lenta
marejada de olvido
la noche es otra
tumba que en su ser se coloca.
Con frecuencia la
miro con frecuencia la toco
y sus ropas de llanto
me despiertan la muerte
y sus ropas de tela y
sus telas de almíbar
me despiertan la vida
me despiertan y duermen.
¡Oh cortina furiosa
constante y enemiga!
No puedes ya volar
sin un temblor debajo
quiero apretar tus
dedos melosos y algo turbios
quiero besar sus
besos y quiero estar tus noches.
Nos separa una vida
de color del desierto
nos espera una
historia de sollozos y gozos
ya me ves ya me oyes
nos estamos amando
nunca están separados
los lejanos lejanos.
Los lejanos se
encuentran y tus grandes suspiros
lloverán como ampos
azules sobre el polvo
odio los besos dados
odio el ancla en los cuerpos
porque espero la boca
repitiendo tus labios.
Pero te veo plena de
lujos misteriosos
te cubre a ti una
negra y transparente nube
no miras a esta clase
de seres más que lejos
mientras sola debates
tu pálida locura.
Verdad que la mujer
tiene siempre deseos
mentira que me
quieres oh reina de la dicha
oh reina de la dicha
oh misérrima madre
oh misérrima dicha oh
desolado imperio.
Carlos Edmundo de Ory
27 de abril de 1923
Cádiz
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