LA TARDE ENTRA DE PRONTO EN
LA COCINA
La tarde entra de
pronto en la cocina,
enloquece en el cobre,
hace gloriosa
la herrumbre de las
madres. Como un lienzo
se imparte en las
estancias. Cruza, dora
el rostro del varón.
Da en las tarimas,
atraviesa el laurel,
tiembla en sus hojas.
Ahora volverán por
los caminos
las mulas canas y las
yuntas rojas…
y, cansados, los
hombres, sus cabellos
con tamo de trigal.
Cunden las
sombras
al borde del tapial.
Lenguas de acero
se sumergen en aguas
silenciosas.
Antonio Gamoneda
30 de mayo de 1931
Oviedo
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