CIUDAD CERO
Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años que
eran
la quinta parte de toda mi
vida,
ha había experimentado
sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad
de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era
tan sólo:
suspensión de las clases
escolares,
Isabelita en bragas en el
sótano,
cementerios de coches,
pisos
abandonados, hambre
indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas
de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de
los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego,
pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el
hallazgo
de una bala aún caliente,
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
papeles y retratos en
medio de la calle…
Todo pasó,
todo es borroso ahora,
todo
menos eso que apenas
percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior,
ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de
llorar.
Ángel González
6 de septiembre de 1925
Oviedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia