IRÁS ACASO POR AQUEL CAMINO
EN EL CHIRRIANTE ATARDECER…
Irás acaso por aquel
camino en el chirriante atardecer
de cigarras, cuando
el calor inmóvil te impide, como un bloque, respirar.
E irás con la fatiga
y el recuerdo de ti, un día y otro día,
subiendo a la montaña por
el camino sendero,
gastando los pesados
zapatos contra las piedras del camino,
un día y otro día
gastando contra las piedras de la esperanza, el dolor,
gastando la desolación,
día a día,
la infidelidad de la
persona que te supo, sin embargo, querer
(gastándola contra
las piedras del camino), que te supo adorar,
gastando su recuerdo
y el recuerdo de su encendido amor,
gastándolo
hasta que no quede
nada,
hasta que ya no quede
nada
de aquel delgado
susurro, de aquel silbido,
de aquel insinuado
lamento;
gastándolo hasta que
se apague el murmullo del agua en el sueño,
el agitarse suave de
unas rosas, el erguirse de un tallo
más allá de la vida,
hasta que ya no quede
nada y se borre la pisada en la arena,
se borre lentamente
la pisada que se aleja para siempre en la arena,
el sonido del viento,
el gemido incesante del amor, el jadeo del amor,
el aullido en la
noche
de su encendido amor
y el tuyo
(en la noche cerrada
de su abrasado amor),
de su amor abrasado
que incendiaba las sábanas, la alcoba, la bodega,
entre las llamas ibas
abrasándote todo hacia el quemado atardecer,
flotabas entre llamas
sin saberlo hacia el ocaso mismo de tu quemada vida.
Y ahora gastas los
pies contra las piedras del camino
despacio, como si no
te importara demasiado el sendero,
demasiado el arbusto,
la encina, el jaramago,
la llanura infinita,
la inmovilidad de la tarde
infinita, allá abajo,
en el valle de piedra
que se extiende
despacio, esperando despacio
que se gasten tus
pies, día a día,
contra las piedras
del camino.
Bousoño,
Carlos
9
de mayo de 1923
Boal - Asturias
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