EL HOMBRE HABLA DE SUS VIDAS
ANTERIORES
Cuando yo era un
pequeño pez,
cuando sólo conocía
las aguas del hermoso mar,
y recordaba muy
vagamente haber sido
un árbol de alcanfor
en las riberas del Caroní,
yo era feliz.
Después, cuando mi
destino me hizo
reaparecer encarnada
en la lentitud de un leopardo,
viví unos claros años
de vigor y de júbilo,
conocí los paisajes
perfumados por la flor del abedul,
y era feliz.
Y todo el tiempo que
fui
cabalgadura de un
guerrero en Etiopía,
luego de haber sido
el tierno bisabuelo de un albatros,
y de venir de muy
lejos diciendo adiós a mi envoltura
de sierpe de
cascabel,
yo era feliz.
Mas sólo cuando un día
desperté gimoteando
bajo la piel de un niño,
comencé a recordar
con dolor los perdidos paisajes,
lloraba por algunos
perfumes de mi selva, y por el humo
de las maderas balsámicas
del Indostan.
Y bajo la piel de
humano
ya llevo tanto
sufrido, y tanto y tanto,
que sólo espero
pasar, y disolverme de nuevo,
para reaparecer como
un pequeño pez,
como un árbol en las
riberas del Caroní,
como un leopardo que
sube al abedul,
o como el antepasado
de una arrogante ave,
o como el apacible
dormitar de la serpiente junto al río,
o como esto o como lo
otro ¿o por qué no?,
como una cuerda de la
guitarra donde alguien,
sea quien sea,
toca
interminablemente una danza que alegra de
igual modo a la luna y
al sol.
Gastón Baquero
4 de mayo de 1914
Banes (Cuba)
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