AGONÍA FUERA DEL MURO
Miro las
herramientas,
el mundo que los
hombres hacen, donde se afanan,
sudan, paren, cohabitan.
El cuerpo de los
hombres prensado por los días,
su noche de ronquido
y de zarpazo
y las encrucijadas en
que se reconocen.
Hay ceguera y el
hambre los alumbra
y la necesidad, más
dura que metales.
Sin orgullo (¿qué es
el orgullo? ¿Una vértebra
que todavía la
especie no produce?)
los hombres roban,
mienten,
como animal de presa
olfatean, devoran
y disputan a otro la
carroña.
Y cuando bailan,
cuando se deslizan
o cuando burlan una
ley o cuando
se envilecen, sonríen,
entornan levemente
los párpados, contemplan
el vacío que se abre
en sus entrañas
y se entregan a un éxtasis
vegetal, inhumano.
Yo soy de alguna
orilla, de otra parte,
soy de los que no
saben ni arrebatar ni dar,
gente a quien
compartir es imposible.
No te acerques a mí,
hombre que haces el mundo,
déjame, no es preciso
que me mates.
Yo soy de los que
mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y
no entender.
Castellanos, Rosario
25 de mayo de 1925
Ciudad de Mexico
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia