DESEO DE MADRUGADA
Ahora la madrugada trae un
ramo
de rosas blancas. Pero no
las quiero.
Yo no he venido aquí para
estas rosas
sino para el aroma de tu
cuerpo.
Despierto estoy. Tu cuerpo
inolvidable
se precipitará hacia mi
recuerdo.
Tú misma estás junto a la
aurora triste
y te levantas firme sobre
el tiempo.
Vienes a mí con la
orfandad del día
abrazadoramente hasta mi
lecho,
igual que el despertar de
un largo olvido
o como la llegada del
invierno.
Y yo, ciego y mortal,
hacia tu carne,
hacia las soledades de tu
pecho
pongo mi corazón y
escucho. Tierra
tierra de nadie el corazón
se ha vuelto.
Lo que fue una noticia de
relámpagos,
una mano entregada desde
un sueño.
Ahora no estás y un alba
de jardines
abre sus flores para mi
deseo.
Te amé tal vez por las
doradas hojas
que iba en tu corazón
reconociendo.
Pero hoy ya no. Que toquen
los clarines.
Es la resurrección de
nuestros cuerpos.
Nos alzaremos con la
madrugada.
Desnuda estás y blanca. Es
el momento,
el tiempo del abrazo. Y te
vas. Queda
la noche gris sobre mi
pensamiento.
No encontraré otro cuerpo
de más vida
ni, dentro de lo vivo, más
sereno.
Es la serenidad del alba. Vamos.
Al monte más distante
subiremos.
Pero nos llaman a olvidar,
hoy hace
sombra en todas las calles
y en mi pecho.
Como una torre de cristal
vacía
se me derrumbarán todos
los sueños.
Carlos Sahagún
4 de junio de 1938
Onil – Alicante
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia