ELEGÍA
Diciembre 1918
GRANADA
Como un incensario lleno d
deseos,
pasas en la tarde luminosa
y clara
con la carne oscura de
nardo marchito
y el sexo potente sobre tu
mirada.
Llevas en la boca tu
melancolía
de pureza muerta, y en a
dionisíaca
copa de tu vientre la
araña que teje
el velo infecundo que cubre la entraña
nunca florecida con las
vivas rosas,
frutos de los besos.
En tus manos blancas
llevas la madeja de tus
ilusiones,
muertas para siempre, y
sobre tu alma
la pasión hambrienta de
besos de fuego
y tu amor de madre que sueña
lejanas
visiones de cunas en
ambientes quietos,
hilando en los labios lo
azul de la nana.
Como Ceres dieras tus
espigas de oro
si el amor dormido tu
cuero tocara,
y como la Virgen María pudieras
brotar de tus senos otra Vía
Láctea.
Te marchitarás como la
magnolia.
Nadie besará tus muslos de
brasa.
Ni a tu cabellera llegarán
los dedos
que la pulsen como
las cuerdas
de un arpa.
¡Oh mujer potente de ébano
y de nardo!,
cuyo aliento tiene blancor
de biznagas.
Venus del mantón de Manila
que sabe
del vino de Málaga y de la
guitarra.
¡Oh cisne moreno!, cuyo
lago tiene
lotos de saetas, olas de
naranjas
y espumas de rojos
claveles que aroman
los nidos marchitos que
hay bajo sus alas.
Nadie te fecunda. Mártir andaluza,
tus besos debieron ser
bajo una parra
plenos del silencio que
tiene la noche
y del ritmo turbio del
agua estancada.
Pero tus ojeras se van
agrandando
y tu pelo negro va siendo
de plata;
tus senos resbalan
escanciando aromas
y empieza a curvarse tu
espléndida espalda.
¡Oh mujer esbelta,
maternal y ardiente!
Virgen dolorosa que tiene
clavadas
todas las estrellas del
cielo profundo
en su corazón, ya sin
esperanza.
Eres el espejo de una
Andalucía
que sufre pasiones
gigantes y calla,
pasiones mecidas por los
abanicos
y por las mantillas sobre
las gargantas
que tienen temblores de
sangre, de nieve
y arañazos rojos hechos
por miradas.
Te vas por la niebla del
Otoño, virgen
como Inés, Cecilia, y la
dulce Clara,
siendo una bacante que
hubiera danzado
de pámpanos verdes y vid
coronada.
La tristeza inmensa que
flota en tus ojos
nos dice tu vida rota y
fracasada,
la monotonía de tu
ambiente pobre
viendo pasar gente desde
tu ventana,
oyendo la lluvia sobre la
amargura
que tiene la vieja calle
provinciana,
mientras que a lo lejos
suenan los clamores
turbios y confusos de unas
campanadas.
Mas en vano escuchaste los
acentos del aire,
nunca llegó a tu oído la
dulce serenata.
Detrás de tus cristales aún
miras anhelante.
¡Qué tristeza tan honda
tendrás dentro del alma
al sentir en el pecho ya
cansado y exhausto
la pasión de una niña recién
enamorada!
Tu cuerpo irá a la tumba
intacto de emociones.
Sobre la oscura tierra
brotará una alborada.
De tus ojos saldrán dos
claveles sangrientos
y de tus senos rosas como
la nieve blancas.
Pero tu gran tristeza se
irá con las estrellas
como otra estrella digna de
herirlas y eclipsarlas.
Federico García Lorca
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia