DESTINO
Lo sabéis amigos
no volveremos más.
La virtud de la lluvia
se aniquila en los soles
y el viento entre las
flores
se sumerge en la sangre de
los toros.
Sólo los viejos vagabundos
al morir
pueden saber quizá
el secreto de la hora
derramada
y el porqué de la mujer húmeda
en estío.
Pero nosotros no. No podemos
volver.
Es imposible calavera
mariposa
el tiempo entre la niebla
seducido.
Somos nosotros mismos
el ritmo pereciente
y nuestro gesto
la invisible caracola de
la muerte
primavera pura aniquilada
en incesantes mundos
destruidos.
Nada más. Tan sólo eso.
Un levantar baldío de los
brazos
para recoger el mar que se
nos huye
pletórico de ahogados y de
olvidos.
Un lamento también
y un querer crear agujeros
en el agua mansa de los
recién nacidos.
Mientras os alejáis
cantando juventudes
yo permanezco aquí
mudo y atónito
como un muerto inmortal
soñando vida inmensa
y una antigua e
inconcebible libertad.
No volveremos más.
Es cierto amigos.
Atardece.
La estatua el árbol la
hormiga
y esta pena mía tan
hermosa
se confunden en la mente
ignorada de las manos.
35 segundos han pasado en
mi reloj de Pulsera.
Miguel Labordeta
16 de julio de 1921
Zaragoza
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